Las cinco actitudes de los clientes que molestan especialmente a los camareros
La mala educación al dirigirse a ellos, sentarse sin avisar, pedir caóticamente, las propinas muy bajas... son algunas de las actitudes a mejorar.
Trabajar de cara al público no es nada fácil. Gestionar las experiencias y expectativas de quien va a realizar una fiesta, un evento, una comida especial, una cita romántica, una comida de trabajo o una primera cita, puede poner nerviosos tanto a clientes como a trabajadores.
Los camareros pueden serlo por vocación, y se nota, en la gestión de equipo, de conocimiento, de su trabajo, de gestión del personal y del cliente, y hay quien se ve sobrepasado en algunos momentos, especialmente en fechas tan señaladas como éstas donde el cliente es más exigente y se encuentra con gente que sale poco y tiene muchas ganas de fiesta.
Pero a lo largo de la historia, los camareros han ido recopilando anécdotas imposibles, y verdaderas, y situaciones que pueden acabar en risas, pero también en lágrimas. Y entre las situaciones surrealistas están las que más odian, que no por habituales dejan de ser un incordio.
Las cinco actitudes de los clientes que molestan especialmente a los camareros
El tema de la propina. Un asunto de estado e incluso político en determinados países. Dejar poco, mucho, nada, que aparezca incluida, que te pidan un porcentaje. Pero lo que más odian los camareros es dejar los extremos, tanto muy poco, como mucho. La norma escrita de dejar el 10% del importa de la cuenta es cada vez más extendida.
Las peticiones especiales. Si has avisado que acudirán a comer personas alérgicas, no hay problema. Si en ese momento te encuentras mal, puedes eliminar o modificar algo para poder comer. Pero pedir constantemente que cambien algo del menú, de un plato, cabreará tanto a los camareros como a la cocina, que verá trastocada su rutina y que tienen establecidos ya no sólo tiempos sino también los recursos planificados. Mira bien el menú para combinar entre platos, no pidas algo que no aparezca.
Pedir desordenadamente. Que se acerque un camarero a una mesa y nadie sepa lo que va a pedir y tenga que esperar, o que entre los comensales empiece una discusión sobre los platos, quién comparte qué y cómo, es desolador, para camarero y para los comensales organizados de la mesa. Es preferible pedir un minuto más tarde que tener al camarero perdiendo la paciencia porque nadie en la mesa se pone de acuerdo.
La forma de dirigirse a los camareros importa y mucho. Esto es más una cuestión de educación, de saber hablar y comportarse con los demás. Chistar, gritar, interpelar de manera maleducada no es agradable para nadie. Un gesto con la mirada, con la mano, es más eficiente que gritar o pedir a voces algo. Normalmente los camareros llevan su nombre escrito, y si no es así, puedes incluso preguntarlo. Pedir de manera maleducada hará que el ambiente sea malo para todos, y saca de quicio a los camareros.
Entrar y sentarse, sin esperar, es algo que enfada a los camareros. Una buena organización también pasa por la distribución de las mesas. Ellos saben qué te puede ir mejor, por ventilación, por el aire de la calle, si vas con niños, carritos de bebés y necesitas más espacio, si prefieres algo más íntimo. Nada como contar qué quieres y esperar a ser sentados. Será mucho más sencillo para todos si se espera a que el camarero te coloque en el lugar adecuado y donde las mesas ya están limpias y listas para el siguiente servicio que sentarte en una mesa que no te han asignado y quejarte de que está sucia.
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