La isla española que estuvo bajo dominio inglés más de setenta años
La isla balear de Menorca pasó por tres periodos distintos de dominación inglesa, que comenzó a principios del siglo XVIII y terminó en 1802.
Una de las localidades más turísticas de nuestro país, muy visitada por los turistas ingleses, es la isla balear de Menorca. Hoy en día, se podría decir, de manera informal, que Menorca está parcialmente “dominada” por los ingleses por el gran número de ciudadanos ingleses que residen en la isla (2.053 en 2023). Pero hubo una época, que duró más de setenta años, en la que Menorca estaba literalmente bajo dominio inglés.
Cronología de la dominación
Podemos dividir en tres fases distintas el domino inglés de Menorca. Debemos remontarnos a 1708 para ver las primeras pinceladas de este dominio. La primera ocupación (1708-1756) comenzó en 1708 durante la Guerra de Sucesión Española y fue formalizada por el Tratado de Utrecht en 1713.
Durante este tiempo, los británicos transformaron Menorca significativamente. Construyeron fortificaciones destacadas como el Castillo de San Felipe y desarrollaron Mahón como un importante puerto naval. Esta ocupación llegó a su fin en 1756, cuando Menorca fue conquistada por los franceses.
El 13 de junio de 1721, Inglaterra se unió a España y Francia en el Tratado de Madrid, un acuerdo que temporalmente puso fin a largos años de conflicto. Para entonces, Inglaterra ya había tomado posesión de Gibraltar y Menorca a principios del siglo XVIII.
Segunda y tercera ocupación
La segunda ocupación ocurrió entre 1763 y 1782, tras ser devuelta a los británicos mediante el Tratado de París. Durante este período, los británicos continuaron mejorando la infraestructura de la isla y dejaron influencias duraderas en la arquitectura y la vida cotidiana. Introdujeron el estilo georgiano en algunas construcciones y contribuyeron al desarrollo cultural de Menorca. La ocupación británica terminó nuevamente en 1782, cuando España recuperó el control de la isla.
La tercera y última ocupación británica comenzó en 1798 y finalizó en 1802 con el Tratado de Amiens, que devolvió definitivamente Menorca a España. Aunque breve, este periodo consolidó muchas de las influencias británicas ya establecidas en la isla.
Influencia inglesa en Menorca
La influencia británica en Menorca es evidente en varios aspectos, incluyendo el idioma menorquín, que está lleno de anglicismos como “boínders” para ventanas con cristales (de “bow window”), “ull blec” para ojo morado (con “blec” derivado de “black”), y “escrú” o “tornescrú” para destornillador (de “screw”). Estos elementos lingüísticos reflejan la interacción histórica entre las culturas británica y menorquina, enriqueciendo el subdialecto local. Además del idioma, la gastronomía y la arquitectura británicas también dejaron una marca duradera en la isla, visible en lugares como la plaza Dels Pins y el Museo Municipal de Ciutadella, que preservan y celebran la historia compartida entre Menorca y Gran Bretaña.
Es Castell, un encantador pueblo de Menorca con una rica historia y cultura, también se beneficia de esta herencia. Fundado por los británicos en 1771 como Georgetown, conserva elementos arquitectónicos y tradiciones que datan de ese período. Su ubicación geográfica lo convierte en uno de los primeros lugares de España donde sale el sol, ofreciendo espectaculares amaneceres y una luz natural única. Es un destino ideal para quienes buscan tranquilidad y belleza paisajística, con sitios como el Ayuntamiento con su distintiva fachada roja y blanca, el pintoresco muelle de Cales Fonts, y el Museo Militar, que cuenta la historia militar de la isla desde tiempos antiguos.
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