La inaudita reseña de una clienta a un restaurante: “La empatía brilla por su ausencia”
Diez consumidores llegaron a la una de la mañana a un local, a falta de media hora para el cierre, y la camarera les dio cinco minutos para ser atendidos, lo que ocasionó el enfado de los clientes.
La cantidad de horas que un camarero suma a su currículum desbordaría cualquier recipiente si el tiempo fuera líquido. En muchas ocasiones, su trabajo no termina cuando el último cliente se va; después viene barrer, fregar, limpiar cacharros, contar monedas y billetes y toda una serie de actividades que, en resumidas cuentas, sólo hacen una cosa: retrasar la hora de salida del local.
Esta realidad es ignorada por muchos clientes, cuya consumición se rige por la norma que sustenta la hostelería: el cliente siempre tiene razón. El primer mandamiento de bares y restaurantes es también la excusa para llevar al límite a unos hosteleros que, aunque atienden a un horario, también tienen una vida. Y ha sido esta lucha entre obligación laboral y ética la que ha propiciado el último episodio recogido por la cuenta de Twitter de ‘soycamarero’, constituida como una especie de altavoz de todas las injusticias que ocurren en el mundillo. Se trata de una historia que el propio usuario ha titulado así: “la empatía brillando por su ausencia”.
“Me imagino que no es la dueña del local”
Acompañan las letras una imagen de una reseña escrita por una persona anónima y relativa a un bar anónimo. Empieza contundente: “lamentable el servicio”. Como todo buen inicio, el que rubrica la queja da un escenario, un tiempo y unos personajes. “No puedo decir nada más que cuando fuimos a intentar tomar algo 10 personas un día 2 de agosto a la una de la noche nos dijo la camarera, tal cual, que si pedíamos en cinco minutos nos atendía, si no, no”, empieza el relato.
Acto seguido, prosigue aclarando al lector cuál es el motivo por el que la hostelera dio el margen de cinco minutos. “A la una y media cerraban, que también tienen vida y cosas que hacer”, dice, a lo que añade su interpretación personal de las palabras de la camarera: “vamos, que molestábamos y diez personas le iban a retrasar el cierre del local, quedando todavía 30 minutos para el cierre”.
No le falta razón, pero la empatía está en serio entredicho. Los camareros del bar están obligados a atenderle en tanto que el local sigue abierto, es cierto. Sin embargo, juzga ‘soycamarero’, esta lectura del caso carece de todo tipo de empatía para con la persona que les atendió. Queda claro que la circunstancia pone las tildes. Para colmo, puso una estrella de cinco a la valoración del servicio.
Para sentenciar, el autor de la reseña saca una escueta reflexión empresarial del caso: “me imagino que no es la dueña del local, obviamente la gente suele tener negocios para ganar dinero, y si echas a tus clientes poco vas a ganar”. De nuevo, no estaría incurriendo en un error. Lo que conviene señalar es que cuando la camarera dijo que también tenía vida tampoco estaba en lo incorrecto.