Hallan una “carretera” en el fondo del Mar Mediterráneo

Debajo del mar no solo hay piñas. Las profundidades de los océanos son todavía un gran misterio. La vasta extensión de las aguas del planeta son un gran impedimento para poder mapear con detalle todos sus secretos. Barcos hundidos, animales de apariencia alienígena o hasta retazos de civilizaciones olvidadas. Casi todo es posible en ese reino indómito que reposa bajo los oleajes.

Por eso, cada cierto tiempo, nuestras costas nos sorprenden regurgitando algún tesoro oculto. Los exploradores aún no han conseguido hallar la Atlántida, pero hay un buen puñado de legados arquitectónicos que sí están localizados y sobradamente analizados. Uno de los últimos, en lo que hoy es Croacia. Un asentamiento del Neolítico, de la cultura Hvar, que con el paso de los siglos fue sepultado completamente por el ascenso de la marea.

Leves susurros

Fue una imagen por satélite lo que puso sobre aviso al equipo de investigadores encargados de estudiar esta reliquia. En la instantánea se apreciaban estructuras debajo del agua que, al menos en principio, parecían obra de la acción humana. En seguida se demostró que así era. Una cápsula del tiempo que permitió analizar un poco mejor la forma de vivir de una milenaria estirpe, hace largo tiempo extinta.

Además de los rudimentarios edificios, hay otro detalle que llamó especialmente la atención de la expedición. Una larga lengua de piedra de unos cuatro metros de ancho que se extiende hasta las costas de la isla de Korcula. Muestra de una añeja capacidad para la ingeniería civil. El material principal es la roca, con adoquines encajados que integran el cuerpo de la construcción.

Los análisis señalan una asombrosa longevidad. Unos 7.000 años de existencia -del 4.900 antes de Cristo, más o menos-. Aunque, buena parte de este tiempo, el poblado y el camino han permanecido olvidados en el fondo del Mediterráneo. La zona de la actual Korcula fue otrora un conjunto de islas e islotes, pero la mayoría acabaron siendo engullidas por las fauces del mar, dejando enterrado todo un entramado de construcciones y restos de una vida y unas gentes de las que apenas quedan ya leves susurros flotando a la deriva.