El truco para enfriar la cerveza en menos de 10 minutos
Introducir la botella en un recipiente con agua y sal, o envolverla con papel mojado y dejarla algunos minutos en el congelador son consejos que necesita conocer el amante de la cerveza.
No, no es clickbait. Y sí, debería haber llegado antes. El apasionado por la cerveza consume botellines a discreción sin importar la estación el año. Eso está claro. Pero la época estival es diferente. El verano aúna tiempo libre y calor en una fórmula que, se mire por donde se mire, siempre termina en caña, litrona, tercio o cualquiera que sea el formato favorito del lector.
Si bien otros países del entorno europeo también sienten una gran pasión por el líquido que sale de la cebada, en el caso español se encuentra una particularidad tan asentada que se hace raro suponer que no mucho más arriba, en el mismo continente, la historia es bien distinta. Se trata de una máxima: la cerveza se toma fría, muy fría. En Reino Unido, por ejemplo, si uno se acerca a la barra del bar y pide una pinta, al llevarse el vaso a los labios notará una temperatura ambiente.
El asunto es el siguiente. No siempre se puede disponer de un método para enfriar la cerveza. Si se decide realizar una excursión al río, a la playa o a piscina, con tal de poner los pies en remojo, encontrar espacio para transportar todas las bebidas y mantener la temperatura se puede tornar un completo rompecabezas. Sin embargo, debe saber el lector que no todo está perdido. A problemas, soluciones. Y es que realmente es posible enfriar en tan solo cinco minutos esa lata o tercio que parece imbebible.
Tres métodos infalibles y una única línea roja
Un método que, además de efectivo, es práctico porque no supone ningún tipo de esfuerzo es el siguiente: llenar un recipiente con agua y añadir hielo y sal. Y dentro, la botella. Cuantas más bebidas se añadan, más lento irá el proceso. Supongamos que metemos una. Pasados unos minutos, la cerveza estará lista para brindar y consumir.
Si en lugar de estar fuera te encuentras en tu casa, o en la de un amigo, y las ganas que tienes de probar cerveza son superiores a tu paciencia, también hay solución. Se coge papel de cocina y se moja; luego, se coloca alrededor de la botella. Y ésta, al congelador. En menos de diez minutos habrá saciado el lector su sed. Y si se trata de un impaciente extremo y radical, se puede añadir sal al papel mojado y así acelerar el proceso. No obstante, estos minutos que se recortan pueden ser de oro para poner algo de picar.
Con todo, el truco definitivo es prepararlo con antelación. Si se planifica el viaje, excursión, la tarde, la noche, o el desayuno -hay gente para todo-, no habrá problema para disfrutar de una buena cerveza fría. En esta línea, el uso de neveras portátiles es una gran garantía y mejor compañera de faenas. A partir de ahí, también se despliega la imaginación de cada uno. Solamente hay una línea roja: echarla en un vaso con hielo.