El pueblo más frío de España
Se trata de Molina de Aragón (Guadalajara), situado a 1.060 metros de altitud y constituyendo uno de los ejes del denominado ‘Triángulo del frío’. Llegó a alcanzar en una ocasión los -28,2ºC.
España nunca se ha caracterizado por tener temperaturas bajas y un frío extremo en invierno. Sin embargo, en Molina de Aragón (Guadalajara) conocen bien esta sensación, siendo la localidad más gélida del país y llegando a alcanzar en una ocasión los -28,2ºC.
Se trata de un pueblo situado a 1.060 metros de altitud y forma parte de uno de de los ejes del denominado ‘Triángulo del frío’, que también constituyen Teruel y Calamocha. Una denominación más que merecida si se tienen en cuenta las temperaturas que se han registrado en esta zona a lo largo de los años.
Récords históricos
Calamocha consiguió un récord histórico en 1963, llegando a alcanzar los -30ºC. El segundo puesto lo ocupó Molina de Aragón en el 1952 con -28,2ºC y el tercer lugar fue para Teruel con -22ºC en 1945. Sin duda alguna, temperaturas muy elevadas para los valores a los que estamos acostumbrados en el periodo invernal.
De hecho, aunque se hayan registrado mínimos históricos en otras partes de España por debajo de los récords de Molina de Aragón, las temperaturas de este municipio en enero suelen ser bastante bajas. Es más, el termostato marca de media los -3,5ºC durante esta época y el 80% de los días de enero (24/31) los habitantes de Molina de Aragón deben hacer frente a heladas que azotan el municipio.
Pueblos con temperaturas similares
Por si esto fuera poco, en diciembre las temperaturas también son glaciales, con mínimas por debajo de los -2ºC y con días en los que la nieve recubre el pueblo. En 2001, este mes fue el más frío de la historia de la localidad, con una media de -11ºC.
Ahora bien, no es el único pueblo que sorprendió con sus bajas temperaturas. El municipio de Cantalojas, situado también en la provincia de Guadalajara, experimentó temperaturas inferiores a los -20ºC y algunas heladas durante la época estival. A él se sumó Zafrilla (Cuenca), que también sufrió fenómenos similares.
La vida en Molina de Aragón
La vida en Molina de Aragón se adapta a las condiciones climáticas extremas, con sus residentes enfrentando inviernos largos y fríos, y dependiendo en gran medida de la leña y la calefacción para mantener el calor en sus hogares. Las actividades económicas tradicionales, como la ganadería y la agricultura, también han conseguido adaptarse a la perfección, mientras que el turismo ha comenzado a desempeñar un papel importante.
A pesar de las duras condiciones climáticas, este pueblo tiene un aire de belleza y serenidad que lo convierte en un destino único. Sus calles empedradas, edificios antiguos y el paisaje montañoso circundante brindan un ambiente pintoresco que contrasta con el frío que se siente en el aire. Los eventos culturales y festividades locales también aportan vida y color a la comunidad, demostrando la tenacidad y el espíritu de sus habitantes frente a las adversidades climáticas.