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El motivo por el que los mosquitos suelen volar cerca de tu oreja por la noche

Estos molestos insectos se sienten atraídos por el dióxido de carbono que expulsa la boca al respirar, lo que hace que orbiten alrededor de la cabeza de su víctima.

mosquitos

La historia de la humanidad con los mosquitos es de añeja enemistad. Es uno de los enfrentamientos más antiguos. Desde que el hombre es hombre, ha tenido a este insecto molestando con su zumbido en las cálidas noches de verano. Ese sonidillo que anticipa la picadura. El escozor. El bultito enrojecido que será objeto de campañas involuntarias de rascado durante días. Porque, en la remota batalla del mosquito contra el hombre, muchas veces gana la bestia.

No todo el mundo es igual de militante en esta guerra. Los propios mosquitos son sibaritas y escrupulosos en la selección de sus víctimas. Hay personas que -probablemente porque han sido tocados por la nívea mano de la providencia- jamás reciben la mordida del malvado insecto. Pero otros muchos son un campo de tiro. Una barra libre móvil a la que los mosquitos más cargados de nocturnidad y alevosía acuden para hartarse de sangre.

Factores de riesgo

Los hay que tratan de resistirse con toda clase de arsenales defensivos, desde los espray hasta los matamoscas -que, a pesar de su nombre, también sirven para matar mosquitos-. Pero, a altas horas de la noche, al final es inevitable sucumbir al sueño y el cansancio. Y es entonces, cuando se baja la guardia, que los animalillos canallas hacen su carga de caballería contra el cuerpo dormido, que, al día siguiente, amanecerá moteado de pequeñas agresiones.

Pero la pregunta que asalta a muchos es ¿Por qué revolotean alrededor de la cabeza? Si te van a atacar igual ¿Por qué ese recochineo de avisar con sus cánticos agudos del inminente festín que se darán a costa del cuerpo de uno? ¿Es por pura maldad? ¿Son los mosquitos agentes del infierno? Pues no. La respuesta es bastante menos bíblica. Resulta que estos insectos se sienten atraídos por el dióxido de carbono que emite nuestra boca al respirar. Así que, por puro instinto, se acercan a esa zona, los muy indeseables.

También hay otro factores que despiertan la apetencia del mosquito. Por ejemplo, el sudor. De ahí que en verano se reciban tantas picaduras. Por lo tanto, los más dados a llorar por la axila tendrán todas las papeletas para acabar convertidos en un colador humano. Porque en esta batalla milenaria, hay que asumirlo, es el mosquito el que lleva la delantera. Hacen con nosotros lo que quieren.