El gesto de un hostelero que “dignifica la profesión”
El dueño de un establecimiento cuenta su experiencia en el sector y defiende los beneficios de pagar salarios dignos a sus trabajadores
En los campos del señor hay un poco de todo. Los hay altos, bajos, flacos, orondos, barbudos y lampiños. Porque el género humano es diverso y complejo. Pero hay una categoría de persona que se eleva sobre el resto. Los que parecen haber recibido la misión divina de demostrar, una y otra vez, el extenso calado de sus picaronas características berlanguianas. Son muchos los adjetivos y expresiones que se pueden usar para describirlos -al fin y al cabo, es rico el lenguaje castellano-. Yo, particularmente, me decanto por el clásico “tienen más cara que espalda”.
Parecen salidos del Londres industrial de Dickens. Ese en el que los obreros trabajaban jornadas de doce horas a cambio de una palmadita en la espalda y un cuenco de sopa aguada. Su rastro está por todas partes, pero es especialmente intenso en los portales de empleo. Muchos de ellos campan a sus anchas en el sector de la hostelería. Es habitual que las redes se incendien periódicamente con alguno de estos anuncios que ponen sobre la mesa condiciones leoninas que harían temblar al mismísimo Lázaro de Tormes.
Suelen ser algo parecido a esto -discúlpese un poco de hipérbole tontorrona- : “Se busca camarero. Imprescindible experiencia demostrable de, al menos, 57 años en el oficio. Jornada de trabajo reducida (16 horas al día). Retribución de seis euros anuales y un chicle de sandía”. Leyendo estas ofertas, uno se pregunta si lo que quieren realmente es alguien que ponga bebidas tras la barra. Porque más bien suena a que lo que buscan es un remero para las galeras. Casi pareciera que estuvieran reconstruyendo las pirámides en secreto. Pero no, simplemente son doctos en el fino arte de gastarse un gepeto mastodóntico.
Se buscan Oompa Loompas
Aunque no todo es negrura y desesperanza. En el mundo, por cada truhán, hay un hombre recto. Por cada tahúr, un creyente de la justicia. No hacen tanto ruido, y por eso se los percibe menos. Pero existen. Son aquellos que hacen lo correcto siempre que pueden. No por obligación, sino porque son sabedores de que, cada vez que alguien aporta su granito, cada vez que se arrima el hombro por el bien común, los fuegos del mundo queman un poco menos.
Es el caso de un hostelero que se ha hecho viral gracias a un post de la cuenta de Twitter @soycamarero. Aunque este portal, normalmente, se dedica a difundir las búsquedas de personal más indignantes -ya se sabe, las de los gepetistas-, de vez en cuando también sube alguna publicación para infundir renovadas esperanzas a sus seguidores. Muchos usuarios han celebrado unos mensajes del dueño de un local que asegura que, para él, lo más importante es ofrecer a los trabajadores unas condiciones dignas.
“Es bastante jodido hacer esto, porque como propietario acabas pagando más en nóminas y el resultado es ganar menos, pero realmente es algo que compensa cuando ves a un equipo feliz”, reza el texto anónimo. Mientras tanto, en algún otro rincón de esta España picarona, el dueño de un bar distinto se lamenta porque nadie quiere aceptar los trabajos que ofrece. Pero es que lo que está buscando no es un camarero, es un Oompa Loompa.