Conchita Sisí, psicóloga: “Llorar es un acto de autocuidado, no un signo de debilidad”
La experta ha colaborado con una iniciativa de juguetes para enseñar que la emotividad y la expresión de los sentimientos es buena a todas las edades.


Tengas o no hijos, saber qué regalar, y acertar, no es fácil. Por eso que la ciencia seuna con el ocio nos puede ayudar a tenerlo más claro. La psicóloga Conchita Sisí colabora con la campaña #yotambiensoyunlloron de los famosos Bebés Llorones, que tienen en esa expresión física de las lágrimas una muestra de fortaleza no de debilidad. En esta entrevista con Actualidad nos cuenta precisamente por qué los niños que muestran sus emociones aprenden a ser adultos más responsables y a canalizar lo que necesitan.
Pregunta ¿Por qué cree que la sociedad actual tiende a vetar o minimizar la sensibilidad emocional, especialmente en la infancia?
Respuesta - Durante décadas, hemos asociado la fortaleza con la autosuficiencia y el control emocional. Esto ha generado una norma cultural que premia la rapidez, la productividad y el rendimiento por encima del bienestar. En los niños, estas creencias se refuerzan porque muchos adultos temen que mostrar sensibilidad haga a los niños “vulnerables” ante un mundo exigente. Sin embargo, esta minimización de la sensibilidad suele responder más a inseguridades o sesgos aprendidos que a necesidades reales del desarrollo infantil.
P - ¿Qué riesgos implica educar a los niños bajo la idea de que “ser fuerte” significa no mostrar emociones?
R - Este mensaje puede provocar que el niño aprenda a desconectarse de lo que siente, a ocultar dolor o miedo, o incluso a interpretar su emocionalidad como fallos personales. A largo plazo, esto incrementa la probabilidad de dificultades en la regulación emocional, problemas de ansiedad, somatizaciones o relaciones interpersonales rígidas, donde expresar necesidades se vive como una amenaza.
P - ¿Cómo influye la represión emocional en el desarrollo psicológico y la salud mental a largo plazo?
R - La represión emocional desplaza las emociones hacia dentro, y en realidad son nuestras grandes aliadas para “alertarnos” de que algo no está bien. Esto puede causar hiperactivación fisiológica, dificultades para identificar lo que se siente y patrones relacionales evitativos. Con el tiempo, aumenta el riesgo de depresión, burnout, impulsividad o inestabilidad afectiva. La persona puede volverse muy competente a nivel externo, pero con un mundo interno inestable o poco acompañado. Por eso, iniciativas como “La Revolución de los Llorones” son importantes ya que subrayan precisamente el impacto negativo de este mandato cultural. Así conseguiremos visibilizar la importancia de normalizar el llanto y la expresión emocional como parte de una salud mental equilibrada.
P - ¿Por qué es importante enseñar que llorar o expresar emociones no es una debilidad, sino una necesidad?
R - Llorar y expresar lo que sentimos es un mecanismo natural del organismo para aliviar tensión, regular estados internos y pedir apoyo. Transmitir a los niños que esto es válido fortalece su autoestima, reduce la vergüenza emocional y les permite relacionarse con sus emociones sin miedo ni culpa. Es un acto de autocuidado, no un signo de debilidad. Incluso referentes infantiles tan populares como los muñecos Bebés Llorones recuerdan, desde el juego, que el llanto forma parte de la expresión emocional y que atenderlo es importante para sentirse mejor.
P - ¿Qué beneficios tiene para el niño aprender a reconocer y gestionar sus emociones desde pequeño?
R - A raíz de la evidencia en la literatura, sabemos que los niños que desarrollan alfabetización emocional suelen mostrar:
- Mejor regulación y tolerancia a la frustración.
- Más habilidades sociales y empatía.
- Mayor autoconfianza y capacidad de pedir ayuda.
- Menor impulsividad y mejor resolución de conflictos.
P - ¿Cómo se relaciona la sensibilidad con habilidades como la empatía y la resiliencia?
R - La sensibilidad permite captar matices, conectar con el propio mundo emocional y comprender el de los demás. Esto es la base de la empatía. Además, lejos de ser lo contrario a la resiliencia, la sensibilidad la fortalece: comprender las propias emociones permite gestionarlas y recuperarse mejor de las dificultades.
La sensibilidad permite captar matices, conectar con el propio mundo emocional y comprender el de los demás. Esto es la base de la empatía.
Conchita Sisí, psicóloga
P - ¿Qué papel pueden jugar juguetes como “Bebés Llorones” en la normalización de la expresión emocional?
R - Juguetes como los Bebés Llorones, que integran el llanto o la necesidad de consuelo, ayudan a los más pequeños a naturalizar la idea de que llorar es una forma normal de comunicarse. Un bebé que llora y al que puedes consolar, como este tipo de juguetes, permite que el niño practique el cuidado, el acompañamiento y la empatía de manera simbólica, algo fundamental para el desarrollo socioemocional.
P - ¿Cómo pueden los padres aprovechar estos juguetes para reforzar mensajes positivos sobre la sensibilidad?
R - Pueden usarlos como oportunidades para:
- Nombrar emociones (“Parece que está triste, ¿qué crees que necesita?”).
- Enseñar estrategias de regulación (“Vamos a calmarlo juntos”).
- Validar la expresión emocional (“Llorar es una forma de pedir ayuda”).De esta manera, el juego se convierte en un espacio seguro para aprender habilidades que luego trasladarán a su vida diaria.
P - ¿Cree que este enfoque puede ayudar a reducir estigmas en la adolescencia y la adultez?
R - Sí. Los estigmas sobre la sensibilidad no aparecen en la adolescencia, sino mucho antes. Si desde pequeños los niños aprenden que sentir no es un error, llegan a la adolescencia con menos vergüenza emocional, más comunicación y menos miedo al juicio. Esto contribuye directamente a reducir estereotipos de género, roles rígidos y la idea de que emocionarse es sinónimo de debilidad.
Si desde pequeños los niños aprenden que sentir no es un error, llegan a la adolescencia con menos vergüenza emocional, más comunicación y menos miedo al juicio. Esto contribuye directamente a reducir estereotipos de género, roles rígidos y la idea de que emocionarse es sinónimo de debilidad.
Conchita Sisí, psicóloga
P - ¿Estamos viendo un cambio cultural hacia la aceptación de la vulnerabilidad?
R - En parte sí. En los últimos años ha crecido el discurso sobre salud mental, autocuidado y bienestar emocional. Las nuevas generaciones empiezan a cuestionar mitos del silencio emocional y a valorar la autenticidad. Aun así, todavía persisten presiones sociales que premian la autosuficiencia extrema.
P - ¿Qué estrategias deberían adoptar las marcas y los educadores para promover la sensibilidad como valor?
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R - Es importante que trabajen juntos para, crear campañas que normalicen pedir ayuda, expresar necesidades y conectar con otros; visibilizar modelos de crianza respetuosa y emocionalmente saludables; diseñar productos y contenidos que incluyan emociones, diversidad y cuidados, como es el caso de los famosos Bebés Llorones; educar validando emocionalmente a partes iguales a adultos y niños, muchas veces caemos en el error de educar únicamente a una de las 2 partes, y colaborar con profesionales de la psicología para generar mensajes rigurosos.
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