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POLÍTICA

La raza de perro más adoptada en España

Los podencos, al ser perros empleados principalmente para la caza, sufren una tasa de abandono enormemente alta, por lo que muchos acaban poblando las perreras

La raza de perro más adoptada en España

El abandono animal es un problema serio. A veces hay causas justificadas que provocan que los dueños tengan que desentenderse de sus mascotas, como incapacidad económica para cuidar de ellas correctamente. Pero, en muchos otros casos, los perros son dejados a su suerte con la mayor crueldad y saltándose todos los trámites oficiales, llegando incluso a poner en peligro la vida del cánido.

Es por esto que tanto las autoridades como las protectoras de animales inciden de forma tan insistente en el mantra de que, todo aquel que quiera una mascota, no debe comprarla, sino adoptarla. La forma más fácil de hacer esto es acudir a una perrera, lugares llenos de animales sin hogar que están deseando acompañar a un nuevo dueño que le trate con dignidad y respeto.

De entre todas las razas, hay un puñado que pueblan estos orfanatos perrunos en proporción más alta. Esto puede responder a diversas causas. Por ejemplo, los galgos suelen ser usados o para la caza o para carreras ilegales. Cuando ya ha dejado de ser útil para su poseedor, este a menudo se deshace de él de la peor forma. Algo parecido pasa con los podencos, bestias de afinado olfato raudas en localizar a la presa en campo abierto.

Nuevos amigos

Son estos segundos los más damnificados por la lacra del abandono. Existen hasta ocho subespecies de podenco. Sin embargo, prácticamente todas comparten las señas de identidad de la raza. Esas que lo hacen, además de leal compañero, una buena mano derecha para el cazador. Es, por lo tanto, más que habitual encontrar a estos afables y peludos seres bajo el cuidado provisional de una protectora.

En muchos casos, llegan después de haber recibido malos tratos, siendo ya viejos, o sin haber sido adecuadamente alimentados. Razón de peso para que los potenciales dueños alarguen su mano con paciencia y cariño, demostrando que, aunque el ser humano es capaz de lo peor, también lo es de lo mejor. Cada granito de arena cuenta. Cada perro solitario que recibe la calidez de una casa propia llena de nuevos amigos es un triunfo.