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Las monedas en curso que pueden desaparecer

Se trata de las monedas de uno y dos céntimos de euro. La Comisión Europea ha manifestado que la decisión está muy cerca de ser tomada y tendría efecto para finales de año.

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Las monedas en curso que pueden desaparecer
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Las monedas de uno y dos céntimos de euro podrían estar llegando a su fin. Y es que la Comisión Europea ha revelado que esta decisión, cuya intención es ahorrar a la zona euro las pérdidas económicas derivadas de su existencia por los altos costes que entrañan su producción y emisión, está muy cerca de ser tomada y tendría efecto a finales de este año 2023.

Pese a que la propia presidente de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, se ha mostrado a favor de la iniciativa, ésta todavía se encuentra en estudio. De hecho, según el sondeo del Eurobarómetro realizado 2019, el 65% de los europeos quiere que desaparezcan.

Análisis del impacto y las consecuencias que tendría su retirada

Este debate no es nuevo, ya que en 2013 y 2018 ya se publicaron dos informes al respecto en los que se había detectado un uso unidireccional de estas monedas, una baja tasa de retorno a los bancos centrales nacionales y un aumento constante de emisión.

En este posible escenario que ha tenido una gran repercusión a nivel mundial, han gozado de un papel destacado los funcionarios, que ya están analizando la magnitud del impacto y las consecuencias que tendría retirar las monedas de euro más pequeñas del mercado.

Miedo a un posible aumento de la inflación

Más concretamente, el comisario de Economía, Paolo Gentiloni, ha argumentado en respuesta a una pregunta parlamentaria que la evaluación del impacto que tendría la eliminación de estas monedas “aborda una gama completa de opciones, desde la no acción, pasando por leyes indicativas, hasta propuestas legislativas de la UE para suspender e introducir reglas de redondeo a nivel de la UE”.

El principal factor por el cual no nos hemos deshecho de estas monedas antes es el miedo a un posible aumento de la inflación, aunque la experiencia de los países que ya aplican reglas de redondeo demuestra que el impacto es prácticamente nulo.

Cuatro destinos posibles

Además de que el coste de las monedas de uno o dos céntimos es bastante mayor que el de su propio valor fisca, producir y poner en circulación estas monedas también tiene un elevado coste ambiental. Para su fabricación, por ejemplo, se emplea principalmente acero, cobre, agua y productos químicos, además de otros materiales como el plástico o el papel para el embalaje.

Con todo ello, en estos nueve meses restantes los dirigentes de la Comisión Europea tendrán que elegir para el destino de las monedas de uno y dos céntimos uno de los siguientes cuatro destinos posibles: mantener su situación actual, mantenerlas reduciendo sus costes, emprender una retirada rápida o decidirse por su supresión gradual.