La razón por la que casi todos los toldos son verdes en España
Este complemento para las viviendas se comenzó a popularizar entre las décadas de 1960 y 1980. El verde fue el color más elegido entre los disponibles.
Si hay algo que define el exterior de los bloques de viviendas en muchas de las grandes ciudades españolas es el toldo. Este popular equipamiento nos ayuda, por un lado, a evitar que vecinos y curiosos vean lo que hacemos dentro de los muros de nuestra casa y, sobre todo, supone una barrera contra los rayos del sol que entran abrasadores en verano.
Pero más allá de su utilidad, lo que verdaderamente llama la atención de quién observa la escena desde fuera es lo siguiente: ¿por qué todos (o casi todos) de color verde? El tema da para debate, y es que incluso hay un grupo de Facebook dedicado a ellos (Amigos del toldo verde, con más de 3.000 miembros). Fue creado por Pablo Arboleda, arquitecto e investigador de la Universidad de Glasgow, que al regresar a España cayó en la cuenta de que la mayoría tenía esta tonalidad, expone un artículo de Idealista.
Inicio en los 60
Después de indagar mucho, atribuye el tono a “la época, las comunidades de vecinos y una moda”. Sea como fuere, entre 1960 y 1980 se comenzaron a a popularizar en España, coincidiendo con la construcción masiva de viviendas (400.000 al año, de media, entre 1970 y 1981 según el Instituto Nacional de Estadística) y el éxodo de los pueblos a las ciudades.
“Desde su aparición en los años 60 del siglo pasado, el toldo verde es el elemento más característico de la arquitectura española de las últimas décadas. A pesar de estar presente en los edificios de cualquier rincón del país, el toldo verde establece un patrón estético que, hasta ahora, ha pasado desapercibido para el gran público”, indica el mensaje de información en el citado grupo Amigos del Toldo Verde.
Tres tonos disponibles
El interés de colocar este artefacto podría estar en rebajar unos grados la temperatura de la casa con la llegada del verano. ¿Y el color? Al parecer, solo había disponible en verde, naranja y azul, siendo el primero el más elegido. Se inició entonces un efecto contagio: la adquisición pasaba de un vecino a otro, a otro... hasta llenar la fachada del bloque. En caso de romperse y querer cambiar de color, podías ser ‘acusado’ de romper la estética exterior.
Y aunque en un principio los había con estampados por la cara interna, finalmente su éxito no se prolongó en el tiempo, dejando solo los verdes completamente. Arboleda los defiende casi como otro ejemplo de patrimonio español. “Como las máquinas de aire acondicionado en la fachada, las bombonas de butano o el ladrillo visto. Quizás sea una definición de lo cutre, yo no quiero hacer valoraciones estéticas, pero sí creo que forma parte del patrimonio cultural”. Y eso es precisamente lo que busca el grupo de la red social: “Patrimonio es lo que somos; no lo que queremos ser”.