La manifestación del 8M evidencia la ruptura del gobierno de coalición
El gobierno ha afrontado la marcha más dividida de los últimos tiempos. Los datos no han superado las expectativas en ninguna de las dos marchas.
Era la primera manifestación por el Día de la Mujer sin restricciones sanitarias desde que estallase la pandemia. Igual que el año pasado, se convocaron dos marchas diferentes: una convocada por la Comisión 8-M, la principal y defensora de los derechos de las mujeres trans, y otra por el Movimiento Feminista de Madrid. La brecha entre las dos es una de las tantas a las que se ha enfrentado el 8M más dividido de los últimos años.
La suma de ambas manifestaciones ha llevado a las calles de la capital a 27.000 personas, según datos de la Delegación del Gobierno de Madrid. Se calcula que la convocada por los partidos que conforman el gobierno de coalición ha juntado a 17.000, mientras que la otra suma otros 10.000. Muy lejos de los supuestos 700.000 que afirman las organizadoras y de las cifras oficiales que han registrado otras ciudades -en Barcelona han sido casi el doble-.
Misma manifestación, diferentes posiciones
Este año, las marchas no solamente venían empujadas por el debate que suscita la ley trans, que ha avivado la diferencia mostrada en 2021, sino que parecían acompañar otros factores que han sido motivo de fractura entre PSOE y Podemos. El día anterior se había votado la reforma de la ley del solo sí es sí, que el partido de Sánchez ha sacado adelante con los apoyos del PP. En la calle, socialistas y populares han marchado separados. Sin embargo, y pese a compartir manifestación, la distancia entre las ministras de las formaciones roja y morada ha sido más que evidente.
“Todas las mujeres que defendemos la igualdad vamos juntas en esta manifestación”, ha asegurado la ministra de Hacienda y vicesecretaria general del PSOE, María Jesús Montero. Iba en compañía de otras ministras como Carolina Darias, Raquel Sánchez, Isabel Rodríguez o Nadia Calviño, entre otras. “Si tocan a una, tocan a todas”, han gritado al unísono. A cien metros de distancia se encontraba el sector donde Podemos extendía su pancarta. “Estamos diciendo con claridad que somos más y que no vamos a dar un paso atrás”, ha asegurado Irene Montero.
Lejos, en la manifestación que ha recorrido Córdoba, se ha podido ver a la antigua vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, que en unas declaraciones previas a la marcha ha hecho gala de la fractura que desfilaba en el centro peninsular al acusar a Podemos de “mentir” sobre el mantenimiento del consentimiento de la reforma del “solo sí es sí”.
Una manifestación en contra de las mujeres trans
La manifestación promovida por el Movimiento Feminista de Madrid, de carácter transexcluyente, ha salido media hora antes (18:30) que la organizada por la Comisión del 8-M. Ambas lo han hecho desde Atocha y ambas han transcurrido con retraso. Sobre esta se ha pronunciado Ana de Blas, del Movimiento, asegurando que no existe una ruptura por la ley trans más allá de la que se hace incuestionable entre los partidos. A esta marcha, que desfilaba bajo gritos de “el feminismo es abolicionista” e “Irene Montero división” se ha sumado el Partido Popular con una decena de diputados, entre ellos la vicesecretaría de Política Social, Carmen Navarro.
Con todo, ambas manifestaciones se han mostrado sólidas en algunos puntos que las unen. Estos son la defensa del medio ambiente, la regularización de los migrantes sin papeles y el derecho a una vivienda digna, así como la oposición a los desahucios. Otro de los temas que se ha colado es la persecución de la pornografía.
Protagonismo de ámbito internacional
El protagonismo de este año, más allá de las fracturas políticas, ha sido para las mujeres iraníes que han llevado el grito el cielo por la represión que sufren en sus países de procedencia. Ha habido bengalas, zona de estudiantes, presencia indígena, afgana y latinoamericana, pancartas, cánticos y folletos. Ha habido política y reivindicación; pero lo que ha brillado en el 8M más dividido de los últimos tiempos venía desde lejos y suponían un rayo de esperanza para la sociedad iraní.