La inteligencia británica señala por qué los ataques de Rusia se han vuelto “raros”
Los últimos informes de Reino Unido señalan que los atacantes han fallado en su empeño por destruir las infraestructuras energéticas ucranianas
Las guerras se libran en muchos frentes, no solo en el campo de batalla. Uno de los más conocidos por todo el mundo es, por ejemplo, el de la propaganda. Algunas de las mejores mentes de ambos lados de la trinchera tienen la misión de ganar el duelo encarnizado por el discurso e imponer su visión y sus intereses sobre los del resto de actores políticos y bélicos. Pero hay otro factor que está resultando clave en el conflicto ucraniano. El de la energía.
Cuando Ucrania tuvo que hacer frente, casi por sorpresa, a una invasión a gran escala, una de las principales preocupaciones de Kiev es si iban a poder mantener los suministros de energía durante la contienda. Con la llegada del invierno en el horizonte, los defensores trazaron un plan para preservar la integridad de su sistema energético y asegurar que la población civil no sintiera la mordida del frío hasta niveles catastróficos.
Sabedor de que este aislamiento energético podría suponer un obstáculo insalvable para sus oponentes, Moscú hizo su prioridad absoluta desmantelar las instalaciones energéticas del país que estaba invadiendo, llevando así a cabo un asedio indiscriminado que estrechara cada vez más el cerco sobre Zelenski y los suyos, forzándolos en ultima instancia a la capitulación o, al menos, a entrar en negociaciones de paz en términos más favorables para Rusia.
La guerra dentro de la guerra
No obstante, el invierno ya ha pasado, y a pesar de las dificultades, los ucranianos han logrado sobrevivir manteniendo una fluidez razonable -teniendo en cuenta las circunstancias- en el suministro de energía a las poblaciones de la nación. Según el último informe del ministerio de Defensa británico, esto se debe fundamentalmente a que el empeño ruso por destruir las infraestructuras ucranianas ha sido, en términos generales, un fracaso.
Se conjugaron varios factores. Por un lado, las técnicas militares del Kremlin han resultado no ser tan efectivas como se creían sus líderes. El empuje inicial fue rápidamente frenado por el ejército ucraniano, pertrechado con el armamento occidental. Por lo tanto, la mayoría de los puntos de suministro energético se mantuvieron en territorio controlado por los ucranianos, haciendo más fácil la preservación del sistema.
Además, la iniciativa ucraniana ha demostrado ser extraordinariamente rápida y ágil. El informe británico señala que, a pesar de que ha sido un gran reto logístico, Ucrania ha podido desplegar una red de reparación de puntos dañados del sistema energético. Algunos de los transformadores que se tuvieron que reemplazar rápidamente pesaban “hasta 100 toneladas”, apunta el texto de la inteligencia de Downing Street. Una guerra dentro de la guerra en la que Rusia se ha visto forzada, de nuevo, a cambiar drásticamente de estrategia y modificar el tipo de ataques que lanza.