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La inteligencia británica señala el factor que “ha dislocado” al ejército de Rusia

Reino Unido cree que el Kremlin no puede llevar a cabo sus programas de adiestramiento de tropas porque ha mandado al frente a casi todos los instructores

Russian President Vladimir Putin attends a meeting with United Russia party fraction leader and member the State Duma's security committee Vladimir Vasiliev at the Kremlin in Moscow, Russia March 22, 2023. Sputnik/Gavriil Grigorov/Pool via REUTERS ATTENTION EDITORS - THIS IMAGE WAS PROVIDED BY A THIRD PARTY.
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La guerra sigue estancada. Los dos bandos están demostrando tener capacidad de reinvención, y están consiguiendo resolver de las formas más imaginativas los graves varapalos que van surgiendo mientras avanza la contienda. Ucrania tiene la difícil tarea de organizar la defensa de las zonas asediadas casi sobre la marcha y, en ocasiones, con un número de efectivos sustancialmente menor. Rusia debe combatir con un nuevo enemigo: el desabastecimiento.

La situación es preocupante para los soldados desplegados por el Kremlin. El propio líder del Grupo Wagner lleva meses desgañitándose tratando de llamar la atención de los altos oficiales del ejecutivo de Putin. Y es que a los atacantes les crecen los enanos. Cada vez es más evidente y acuciante que la falta de munición está ralentizando enormemente el avance, que está siendo mucho más duro, incómodo y pedregoso de lo que se vaticinó.

Además, Rusia ha estado muy sola a lo largo de este año de guerreos. Su gran aliado natural, China, mucho más potente económica y militarmente, ha preferido hasta ahora mantener una prudencial distancia para evitar, dentro de lo posible, que los acontecimientos la salpiquen. Verse inmersa en aún más tensiones diplomáticas de las que ya tiene, y además por un conflicto que en el fondo no le atañe más que tangencialmente, no parece, de momento, una opción para Pekín. El ajedrecista de la geopolítica, Xi Jinping, jamás da puntada sin estar seguro de si tiene hilo.

Reclutas sin instructor

El único hombro que se ha arrimado a Putin y los suyos ha sido el de Lukashenko. Caudillo bielorruso de apariencias y apetencias posoviéticas, su gobierno es considerado por Occidente como un órgano satélite del Kremlin. La connivencia -y la convivencia- entre estos dos vecinos ha sido total. Aunque Bielorrusia no ha entrado activamente en la guerra, en sus territorios están desplegadas y acampadas miles de tropas de Moscú, que usan la frontera con Ucrania como punto de partida de buena parte de sus ofensivas terrestres.

No obstante, nada se le escapa al suspicaz servicio de inteligencia de Reino Unido, que desde el inicio del conflicto ha estado prestando inestimable ayuda al bando ucraniano, poniendo todas sus fuentes y su logística al servicio de Kiev para hacer más fácil la elaboración de una estrategia defensiva. Periódicamente, el ministerio de Defensa hace público desde Londres un informe que actualiza el estado general de la guerra y da detalles sobre la situación de las tropas invasoras. Las últimas luces arrojadas indicarían nuevos quebraderos de cabeza para Putin.

Se cree que Rusia habría desplegado a la mayoría de sus instructores militares, lo que ahora le estaría dificultando enormemente llevar a cabo los planes de adiestramiento de los nuevos efectivos movilizados que no tienen experiencia. De momento, el Kremlin está apoyándose en los mucho menos curtidos mentores del ejercito bielorruso, que estarían sirviendo como parche instruyendo a los ejércitos de Moscú hasta que el gobierno encuentre una forma de reconstruir sus protocolos de entrenamiento de reclutas.