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CORONAVIRUS

La COVID aumenta el riesgo de problemas psiquiátricos

Una investigación afirma que tras pasar la enfermedad, el riesgo de afecciones neurológicas como demencia, psicosis o niebla menta es muy frecuente.

A woman wearing face mask uses a fan as she walks on a street on a hot day, following the coronavirus disease (COVID-19) outbreak in Shanghai, China July 19, 2022. REUTERS/Aly Song
ALY SONGREUTERS

Según un estudio publicado en la revista The Lancet Psychiatry, haber tenido la infección por coronavirus no es sólo haber sobrevivido a la enfermedad, o tener consecuencias físicas.

El legado neurológico es alto. Y hay enfermedades asociadas. Ansiedad, trastornos del ánimo, estrés, niebla mental, demencia, brotes psicóticos, epilepsia, niebla mental... unas consecuencias que han visto dos años después de los primeros diagnósticos.

La COVID persistente

Tras dos años de pandemia, la COVID persistente ha mostrado cuadros clínicos muy diferentes, con más de 200 secuelas distintas y donde aún se desconoce por qué surge, a quién afecta y durante cuánto tiempo.

Efectos neurológicos de la COVID

En esta investigación que ha recogido datos a nivel internacional de 1,28 millones de personas con COVID la mayoría de Estados Unidos, aunque también de España, Australia, Bulgaria y Malasia, cruzando los datos con quien había tenido otras infecciones respiratorias, vieron la huella neurológica que deja.

“Hasta donde sabemos, este es el primer estudio con una cohorte de comparación que evalúa los riesgos de una variedad de resultados neurológicos y psiquiátricos de COVID hasta dos años después de la infección índice por Sars-CoV-2. Descubrimos que los riesgos de resultados neurológicos y psiquiátricos posteriores a la COVID siguen diferentes trayectorias”, explican los científicos en el artículo.

“El exceso de riesgo de algunos trastornos, en particular los trastornos de ansiedad, desapareció en tres meses sin un exceso general de casos en dos años. Lo que eso significa es que dos años después de la infección, la cantidad de personas con COVID que tenían un diagnóstico de depresión o un trastorno de ansiedad era la misma que la de las personas que tenían otra infección del tracto respiratorio. Y eso es muy tranquilizador”, destaca el artículo.

Sanitarios llevan a un paciente infectado al Hospital 12 de Octubre de Madrid.
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Sanitarios llevan a un paciente infectado al Hospital 12 de Octubre de Madrid.JUAN MEDINAREUTERS

14 problemas neurológicos

La niebla mental, la demencia, los trastornos psicóticos, la epilepsia y las convulsiones permanecen en algunos pacientes infectados dos años después de la infección.

“Desde los horizontes de riesgo, si no se ha diagnosticado ningún trastorno de ansiedad dentro de los dos meses posteriores al diagnóstico de COVID, a partir de ese momento, el paciente puede estar seguro de que su riesgo ya no es mayor que después de otra infección respiratoria. Si un paciente había desarrollado un accidente cerebrovascular isquémico dentro de los dos meses posteriores al diagnóstico de COVID, es plausible que el diagnóstico haya contribuido (ya sea directa o indirectamente) a su aparición, pero más allá de los dos meses, se deben considerar activamente otras causas”, ejemplifican en el estudio.

Los expertos alertan del aumento de estos diagnósticos, aunque no de manera exponencial, pero sí avisan de problemas derivados a nivel mental tras haberse infectado. Una alerta para los sistemas de salud y prevención, especialmente en atención primaria. Entre los síntomas más analizados:

  • Adultos menores de 64 años, tenían más riesgo de niebla mental o dolencias musculares.
  • En los más ancianos, mayor incidencia de niebla mental, demencia y trastorno psicótico.
  • En niños, tenían más posibilidades de sufrir un trastorno psicótico o convulsiones en los dos años posteriores a la detección de la enfermedad.

Delta, la variante más virulenta

Los da la investigación detallan que justo después de la aparición de la variante delta, analizaron más riesgo de accidente cerebrovascular isquémico, epilepsia o convulsiones, déficit cognitivo, insomnio y trastornos de ansiedad que antes de que apareciese, y todo ello con una mayor tasa de mortalidad.

En comparación con Ómicron, ésta tiene menor tasa de mortalidad, y riesgos neurológicos similares.