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CONFLICTO UCRANIA - RUSIA

La CIA advierte a Rusia

El directo de los servicios secretos de Estados Unidos se reúne con su homólogo ruso para advertirle en contra del uso de este tipo de armamento.

Russian President Vladimir Putin attends a meeting with members of government via a video link at a residence outside Moscow, Russia, November 16, 2022. Sputnik/Mikhail Metzel/Pool via REUTERS ATTENTION EDITORS - THIS IMAGE WAS PROVIDED BY A THIRD PARTY.
SPUTNIKvia REUTERS

El posible uso de armamento nuclear en el conflicto entre Rusia y Ucrania ha estado sobre la mesa prácticamente desde el primer día. Desde el momento en que el presidente ruso, Vladimir Putin, puso en “régimen especial de servicio” a sus fuerzas de contención, allá por el mes de febrero, la sombra de un posible ataque nuclear ha sobrevolado Ucrania.

Con el paso del tiempo ha habido situaciones de mayor o menor tensión entre ambos países, siendo el último episodio destacado la derrota de Rusia en la ciudad de Jersón. Durante estos meses son varios los actores de otros países los que han intentado mediar para evitar una escalada descontrolada de la tensión, principalmente desde Turquía. Ahora es en ese país donde se han reunido el director de la CIA, William Burns, con su homólogo de los servicios secretos rusos, Serguéi Narishki, con el fin de advertirle contra e uso de este tipo de armamento.

Una reunión, celebrada en Ankara, que ha sido confirmada por un portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca. Previamente, el periódico ruso Kommersant había informado del encuentro, que se produce en mitad de diferentes contactos a nivel diplomático para abordar la situación en el país del este de Europa. Sobre todo, después de la mencionada salida del ejército ruso de Jersón, la única capital de provincia que habían conseguido tomar desde el inicio de la ofensiva.

La contraofensiva de Ucrania le ha permitido al país de Volodímir Zelenski recuperar poco a poco diferentes territorios, culminando hasta ahora en Jersón, una de las cuatro regiones (junto a Donetsk, Lugansk y Zaporiyia) que Rusia se anexionó tras la celebración de referendos tildados de ilegales por la comunidad internacional.

Ucrania, reticente a negociar

Desde el lado ruso del conflicto han insinuado, en diferentes momentos, la posibilidad de recurrir a este tipo de armamento nuclear táctico. Lo harían en caso de que su integridad como país se viera amenazada, o bien para defender sus territorios (entre ellos, las cuatro regiones anexionadas). La Casa Blanca teme que los diferentes contratiempos sufridos en el campo de batalla lleven al Kremlin a su uso.

Por ahora, el Consejo de Seguridad Nacional asegura que dicho encuentro no ha incluido negociación ni diálogo sobre el posible fin de la guerra. Estados Unidos ha insistido este tiempo al presidente ucranio para que negocie con Rusia (algo a lo que se negó mientras estuviera Putin al frente), aunque son sabedores de que debe ser Ucrania quien decida si quiere negociar, cuándo y con qué condiciones.

Por el momento, Kiev no lo tiene claro: no están dispuestos a negociar, y menos todavía con las recientes victorias en el tablero desde que iniciase su exitosa contraofensiva. Ucrania considera que, tras recuperar miles de kilómetros cuadrados a Rusia, todavía pueden recuperar más, incluyendo la península de Crimea, anexionada por Moscú en el año 2014.

Por otro lado, desde Kiev consideran que Rusia no es un interlocutor de buena fe, lo que puede afectar a unas posibles negociaciones para la paz. Igual forma de pensar tienen en Washington, si bien algunas figuras relevantes de la Administración creen que lo conseguido sobre el terreno puede ser aprovechado a la hora de negociar con Rusia, toda vez que se acerca el invierno y el conflicto podría no resolverse por la vía militar.

“El problema con estos contactos recientemente ha sido la impresión en la parte estadounidense de que hablar con los altos funcionarios en el Kremlin a veces se siente como hablar con una pantalla de televisión que reproduce propaganda rusa. Pero quizás tras lo de Jersón sea diferente”, explica Alexander Gabúev, analista del Carnegia Endowment for International Peace.