Hallazgo histórico egipcio en un pueblo de Ciudad Real
Se trata de un escarabeo egipcio de la XXVI dinastía descubierto en Alcubillas. Este representaba al Sol naciente, y era símbolo de la resurrección en la mitología egipcia.
Un grupo de arqueólogos ha descubierto un escarabeo egipcio de la XXVI dinastía en Alcubillas, un pequeño municipio de la provincia de Ciudad Real, durante las excavaciones de la necrópolis de El Toro. Se trata de un yacimiento arqueológico revelado en 1983 en el que ha aparecido la tumba de un importante príncipe íbero.
En su enterramiento, este miembro de la élite de la jerarquía oretana, como se conocía a los pobladores de esta región, fue inhumado con multitud de elementos de diversa índole que son los que se han hallado. En total, unas 5.000 piezas extraídas entre los años 2016 y 2017 de la necrópolis de El Toro.
Apariciones
Esta debe su nombre a la aparición en este lugar de una escultura tallada en arenisca roja y de bulto redondo que representaba un toro. En el lugar se encontraron, además, tres urnas diferenciadas, donde se documentaron cuatro individuos cuyos huesos habían sido cremados.
Entre los objetos descubiertos destaca el escarabeo, el cual lleva un cartucho real de un faraón egipcio de la XXVI dinastía y que ahora se puede contemplar en la exposición ‘Atempora’ del Museo de Ciudad Real. Tiene dos líneas incisas, que separan el tórax y las elystra y otra para la división de estas entre sí.
¿Qué representa el escarabeo?
Así lo ha explicado a ABC José Luis Fuentes Sánchez, director de proyectos de la empresa Oppida y uno de los dos arqueólogos que, junto con Luis Benítez de Lugo Enrich, de la Universidad Complutense, han encabezado un equipo que lo ha localizado.
Este escarabeo fue un amuleto de vida y poder, con forma de escarabajo pelotero, que representaba al Sol naciente, y era símbolo de la resurrección en la mitología egipcia. En vida proporcionaba protección contra el mal, visible o invisible, dando diariamente fuerza y poder. En la muerte, quien lo portaba adquiría la posibilidad de resucitar y poder alcanzar la vida eterna.
De este grupo de profesionales, también forman parte María Benito Sánchez y Alexandra Muñoz García, forenses del Laboratorio de Antropología y Odontología Forense de la Escuela de Medicina Legal de la Universidad Complutense de Madrid.
Los trabajos continuarán próximamente
Además, también han colaborado exhaustivamente Manuel Blanco y María Cruz Medina, del servicio de Conservación, Restauración y Estudios Científicos del Patrimonio Arqueológico (Secyr); María José López Grande, del departamento de Prehistoria y Arqueología de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Madrid, y Helena Jiménez Vialás, del departamento de Prehistoria, Historia Antigua y Arqueología de la Universidad Complutense de Madrid.
“Este descubrimiento es excepcional porque convertiría a esta necrópolis orientalizante en uno de los espacios rituales de cremación de la jerarquía oretana más antiguos de la provincia de Ciudad Real”, concluyó Fuentes Sánchez mientras indicaba que este lugar guarda mucho paralelismo con otros hallazgos emblemáticos como el Monumento de Pozo Moro, otra tumba de época íbera que se encontró en Chinchilla de Montnearagón (Albacete).
Los trabajos en la necrópolis continuarán durante los próximos meses, cuando se presenten a la comunidad científica los resultados de las excavaciones y de las largas y exhaustivas investigaciones que se han llevado a cabo en estos cinco últimos años.