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Guillermo Íñiguez, experto en política europea: “España debería tomarse en serio ser el tercer país europeo más importante”

El doctorando en la Universidad de Oxford habla de la crisis energética y política en Europa y de la incapacidad de la Naciones Unidas en Ucrania: “Lo de la ONU da un poco de pena verlo”.

Guillermo Íñiguez, experto en política europea: “España debería tomarse en serio ser el tercer país europeo más importante”
REUTERS/Dado Ruvic/Illustration

En ningún caso este es un mal momento para recordar qué es Europa. Una guerra, una pandemia y una crisis energética que golpea a unos más que a otros oscurece el cielo azul europeo, y sus doce estrellas, ahora ya Veintisiete, se arriesgan a distanciarse. La incertidumbre y el estrés han destensado el cordón sanitario en Europa, que vuelve a tener viejas pesadillas cuando la ultraderecha asoma la cabeza. ¿Qué sería de mí si todavía estuviera contigo? Pregunta Reino Unido a Europa. ¿Me salvarás ante un invierno frío y un futuro incierto? Se plantea una Alemania desesperanzada. ¿Todavía me quieres? Le pregunta Bruselas a Italia, que ha empezado a tener dudas.

Guillermo Íñiguez, con máster en Derecho Europeo por la London School of Economics y doctorando en la Universidad de Oxford, habla para DIARIO AS sobre la crisis energética, sobre la ONU y sus capacidades —e incapacidades—. Sobre la situación británica e italiana y de la imagen que proyecta España en el ámbito continental. Sobre las próximas elecciones generales de España y de las encuestas. Ah, y también hablamos del inglés de Pedro Sánchez. “¿Cómo va a haber acuerdo político si hay cada vez menos relaciones diplomáticas?” Expone Íñiguez.

La conversación ha sido editada y condensada para una mejor comprensión.

Una guerra, una crisis energética, inflación, disidencias… ¿Estamos ante un momento crítico para Europa?

Bueno, Europa lleva atravesando momentos críticos por lo menos 15 años, desde el 2008, pero es verdad que con cada crisis se ve un nuevo tipo de avance dentro de Europa. En el caso de la crisis financiera hubo una mayor integración, un mayor desarrollo del área monetaria y económica. En el caso de la crisis de los refugiados hubo errores y ahora es verdad que la crisis energética y la guerra de Ucrania están provocando avances tanto en la integración militar y de defensa, aunque siempre hay límites evidentes, como en la integración energética. Y sí que es verdad que de momento las cosas han salido mejor de lo que se pensaba, pero se viene un invierno duro para la población y la política europea.

¿Cómo crees que puede salir reforzada Europa de esta guerra? ¿Qué puede aprender de esta crisis?

Yo soy optimista respecto a Europa estos últimos años, y creo que ya ha salido reforzada, porque ha tomado decisiones que no se pensaba que fuera a poder tomar, por ejemplo, en lo energético. Para empezar, haciendo frente a Rusia se han aprobado ya unos siete u ocho paquetes de sanciones cuando parecía imposible que Europa pudiera ponerse de acuerdo, porque para aprobar los paquetes de sanciones hace falta un consenso que parecía que no iba a haber. En lo militar, pese a las enormes complicaciones institucionales, se han podido tomar una serie de decisiones que parecían impensables. Yo sí creo que ha habido avances positivos, pero con dificultades también.

“Parecía imposible que Europa pudiera ponerse de acuerdo”

Guillermo Íñiguez

Ante una crisis comunitaria como es esta, ¿podrían los países miembros de la UE tender a individualizarse? Es decir, a no pensar tanto en el país vecino, sino a refugiarse en ellos mismos, en su economía. Por ejemplo, parece que Italia va a tener una relación un poco turbulenta con la Unión Europea a partir de ahora.

Sí es verdad que, en las crisis, evidentemente, hay un instinto que es refugiarse en cada uno. Lo vimos, por ejemplo, en la compra de vacunas y de mascarillas antes de que entrara la Comisión Europea a regularlo. Cada uno compraba lo que podía y sálvese quien pueda. Pero el mérito que ha tenido Europa en esta crisis y también durante la pandemia, es que ha sabido canalizar esos instintos y dar lugar a una respuesta conjunta en la medida de lo posible.

Y claro, está por ver qué pasa con Italia, que es la gran incógnita. Habrá que ver qué pasa ahí. Otro ejemplo evidente es Hungría, con su función cada vez más de caballo de Troya de Putin. También se ha hablado mucho de Alemania y de su dificultad frente a Rusia, su ambigüedad, sus contradicciones internas; pero hay que hablar de Francia y su política europea ¿Por qué no se ha aprobado el Midcat hasta ahora? Por razones puramente nacionales, se podría decir incluso egoísta, pues va en contra de sus intereses económicos y energéticos.

¿Se desmarcará Meloni de la Unión Europea?

Meloni es un personaje difícil de descifrar porque hemos visto muchas ‘melonis’ y es difícil saber cuál es la verdad. Lo que sí que tengo claro es que no tiene ningún interés en un choque frontal con Bruselas. Primero, por razones políticas internas, porque en Italia hay una gran población proeuropea a la que quiere acercarse; y segundo, porque Italia es el mayor beneficiario de los fondos de recuperación.

A Meloni no le interesa tanto por razones políticas de electorado como por razones económicas. De hecho, la duda es cuánto tiempo permanecerá en el Gobierno el partido de Berlusconi, que es el más cercano a Putin, y qué hará Meloni si de repente se escinde su coalición. Yo creo que más bien el problema irá por ahí.

Italia, Suecia… Las principales formaciones ultraconservadoras y populistas de derechas aumentaron sus votos ¿Qué está pasando en Europa con la ultraderecha? ¿El ascenso demuestra un malestar europeo?

Es un fenómeno extraño. Es un problema que en cada país se manifiesta de forma distinta. No es lo mismo la alternativa por Alemania, el Frente Nacional, Vox o los demócratas suecos. En lo que sí que ha cambiado respecto a hace unos años es que el Partido Popular Europeo se está dando cuenta de que a nivel nacional cada vez necesita más a la ultraderecha. España es un ejemplo. Por lo tanto, está adoptando una estrategia de normalización e incluso de apoyo externo. Se vio en las elecciones italianas. Manfred Leber, el portavoz del Partido Popular Europeo, apoyó públicamente la coalición liderada por Meloni, porque uno de sus miembros era integrante del Partido Popular Europeo. O sea que se está normalizando en las instituciones. Lo hemos visto, por ejemplo, en Castilla y León. Eso le da un impulso porque de repente ya no es el diablo, ya no hay cordón sanitario. Es un grupo más.

¿Hay diferencias entre los diferentes ‘cordones sanitarios’ europeos?

Hay algunos países en los que la ultraderecha tiene tanto peso político que es muy difícil establecer un cordón sanitario. Pensemos en Francia con Marine Le Pen. ¿Cómo trazas un cordón sanitario efectivo contra un partido que puede ganar las elecciones? Ocurre, a veces, por no haber metido mano desde el principio, al no haber sido tan firme desde el principio.

En Francia hubo un cordón sanitario, pero de nuevo a la derecha no le interesó mantenerlo por razones de poder político y tampoco a algunos partidos de la izquierda y del centro porque les interesaba mucho más enfrentarse abiertamente y hacer referencia constante a la ultraderecha. Alemania es un ejemplo un poco distinto por razones históricas y creo que se mantendrá. Y la alternativa para Alemania es tan torpe y tan de derechas que es muy difícil que crezca mucho más de lo que ya ha crecido.

“Hay algunos países en los que la ultraderecha tiene tanto peso político que es muy difícil establecer un cordón sanitario”

Guillermo Íñiguez

Hace poco un estudio del Pew Research Center mostraba que Reino Unido tenía una opinión más favorable sobre la Unión Europea que la que tienen Francia o Bélgica. ¿Echan los británicos de menos a la Unión Europea?

Bueno, yo creo que parte de la base de que en el referéndum 48% de la población votó a favor de quedarse en Europa. Eso no quiere decir que hay un 48% de gente necesariamente que ve a Europa con buenos ojos. Quizás haya dos factores. El primero es la sensación cada vez mayor de que el Brexit no ha sido exitoso. Eso se ha visto tanto entre la población como entre los medios de derechas. El otro día el Telegraph sacaba un artículo admitiendo que el Brexit ha salido mal. Es decir, hay un sector de la población que cree que ha estado mal y que quizás incluso se arrepiente de ello.

Por otro lado, hay cierta nostalgia, porque el circo que hay en la política británica es tan tremendo que quizás hay una sensación de por qué hemos hecho esto. ¿Cómo podemos volver al pasado? Pues igual que hay voces que piden que vuelva Theresa May, la primera ministra cuando era súper denostada en su día. Yo creo que es una sensación de realidad, incluso de nostalgia hacia Europa.

¿Qué ha pasado con Liz Truss? Ha pasado a la historia como la primera ministra que menos ha durado en el cargo.

Hay que tener en cuenta que a Truss en realidad no la eligió tanto su grupo parlamentario como la militancia del partido. Hasta hace unos años, en el Partido Conservador y también en el Laborista, los ministros eran elegidos por el grupo parlamentario. Eso tenía unas ciertas ventajas, porque no hay gente que te conozca mejor y que conozcan mejor tus cualidades que los que trabajan contigo. En realidad, era previsible que Liz Truss fuera una mala primera ministra, lo que no era predecible es que fuera a ser tan torpe. Presentó esas medidas deprisa y corriendo por pura obsesión ideológica y sin pensar que podría salir mal.

“Era previsible que Liz Truss fuera una mala primera ministra”

Guillermo Íñiguez

Sorprende que, en una crisis tan profunda, con la libra bajando a niveles históricos, Reino Unido decidiera congelar el impuesto de sociedades. Justo en este momento.

Sí, lo leí hace poco en un artículo de la prensa británica que decía que el problema de Reino Unido es que se comporta como si tuviese la economía de los Estados Unidos, como si fuera un país de 300 millones de habitantes, con una moneda que es la reserva mundial. Decía que un país como Reino Unido no se lo podía permitir. Liz Truss viene de un ala del partido muy derechista, y quizás ha llegado a un punto en el que han puesto que ponía la ideología y su obsesión ideológica por encima de la realidad económica. Y la realidad económica es muy tozuda y los mercados, para bien o para mal, son muy tozudos y hay que saber jugar con ellos. Y ellos no han sabido.

Viajamos a España. ¿Te atreverías a lanzar una estimación para las elecciones generales del próximo año?

Sobre España me atrevo siempre menos a mojarme, pero lo que sí que diría es que todavía queda mucho partido para las elecciones generales. Quiero decir, se celebran a finales de 2023, queda un año y pico entero y pueden pasar muchas cosas. Hay una presidencia europea de por medio, puede haber 40 crisis, puede bajar la inflación o subir. Yo creo que vivimos en un ciclo electoral permanente en el que siempre estamos en modo electoral y eso genera mucho desgaste, pero también una burbuja. Por otra parte, también vivimos en un mundo mediático que presenta todo el rato encuestas. Creo que a veces hay que dar un paso atrás, queda mucho tiempo. Pueden subir y bajar encuestas y creo que no son unas elecciones que estén para nada decididas, aunque las encuestas apunten quizás a una victoria del PP. Yo creo que queda más partido de lo que parece.

“No son unas elecciones que estén para nada decididas”

Guillermo Íñiguez

¿Cómo se valora al presidente del Gobierno desde fuera de España?

Yo creo que la diferencia entre Pedro Sánchez, desde el punto de vista europeo, y otros presidentes del Gobierno en España, es que Sánchez sabe moverse muy bien en el plano internacional. En parte es por una razón muy sencilla, que Pedro Sánchez habla inglés, lo que supone una ventaja estructural enorme. Además, ha sabido entablar relaciones personales muy buenas más allá de su partido. Tiene una relación muy buena con Macron. Tiene una relación muy buena con Rajoy, que es el Partido Popular. También le ha beneficiado la victoria de Scholz en Alemania porque son de la misma cuerda ideológica.

Eso no quiere decir que España juegue siempre el papel importante que debería tener en Europa. Yo creo que siempre hay margen de mejora y que España debería tomarse en serio ser el tercer país europeo más importante después de Alemania y Francia, sobre todo ahora que Italia va a estar presidida por Meloni. Pero sí que es verdad que se está haciendo mejor que hace diez o 15 años, no hay duda. Y una parte del mérito seguramente sea de la línea política del Gobierno. En Europa también tiene ministros muy buenos para acabar en el ámbito europeo, como Nadia Calviño o Luis Planas. En el Fondo de Recuperación Europeo y la crisis y las soluciones a la crisis energética, España jugó un papel muy importante en ambas. Ahora bien, ¿cuál es el talón de Aquiles? Seguramente que no han sabido colocar altos cargos en puestos relevantes más allá de Borrell.

Hablando de un ámbito más internacional, en las Asambleas de la ONU hemos visto cómo se ha condenado en repetidas ocasiones la invasión de Ucrania. La mayoría de los países han votado en contra, pero da la sensación de que la condena se queda en las oficinas, no cambia nada y la invasión continúa ¿Cuál es realmente la competencia de la ONU y hasta dónde llega su influencia?

Lo de la ONU da un poco de pena verlo. Y digo pena en un sentido real, porque si comparas la ONU ahora con lo que era hace 30 años, se ha quedado reducida a una especie de comentarista casi en la banda, a pie de campo. A la ONU le han hecho daño muchas cosas. Por ejemplo, la guerra de Irak y la obsesión de Estados Unidos y de Tony Blair por ir a la guerra, incluso en contra de los criterios del Consejo de Seguridad.

Le hizo mucho daño la reacción en Siria y en Libia cuando, por ejemplo, al principio de la campaña creo que era en Siria, consiguió generar un consenso entre los cinco grandes países en el Consejo de Seguridad, pero luego no se respetó. Le ha hecho mucho daño la fragmentación del orden internacional. ¿Cómo va a haber acuerdo político si hay cada vez menos relaciones diplomáticas? El Consejo de Seguridad es muy rígido porque Rusia y China tienen que dar el visto bueno a cualquier intervención militar. Por eso, ¿cómo va a intervenir en Ucrania si Rusia tiene un veto sobre cualquier acción militar? La ONU cae en su propia trampa institucional. Pero también es verdad que ha sufrido un desgaste muy gordo en los últimos 30 años.

“La ONU se ha quedado reducida a una especie de comentarista casi en la banda, a pie de campo”

Guillermo Íñiguez

¿Saldrá la ONU debilitada del conflicto de Rusia y Ucrania?

Supongo que sí. También tiene muchos problemas de recursos. Al final los países miembros de la Unión Europea contribuyen con un 1% de su presupuesto al presupuesto europeo. En comparación, la ONU recibe prácticamente migajas. Tiene unos límites de recursos muy claros. ¿De competencias? No tiene una forma segura de cumplir las sentencias del Tribunal. Yo espero que remonte, pero sin voluntad política por parte de Rusia y China… Y no te digo ya Estados Unidos, que está en una relación muy extraña con la ONU. No hay forma de que remonte eso.