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El politólogo Francis Fukuyama señala el país sobre el que “ya gana” Rusia

El experto asegura que la mayor parte de la población de Georgia está a favor de la UE, pero sus líderes son antioccidentales.

Actualizado a
Tiflis (Georgia)
Wikimedia Commons / Diego DelsoDiego Delso CC BY-SA delso.photo

Hay un país que, en la sombra y sin hacer mucho ruido, “está construyendo un estado autoritario a la imagen de Rusia”. Así describe el politólogo Francis Fukuyama a Georgia en un artículo del Foreign Affairs, un país que fue parte de la URSS, que fue invadido en 2008 por el Kremlin y que ha dejado a Abjasia y Osetia del Sur como estados autoproclamados independientes de Georgia.

Según el experto, Georgia tiene una población mayoritariamente a favor de la Unión Europea y de la OTAN, pero los líderes del país han intensificado los esfuerzos de propaganda antioccidental, no apoyan a Ucrania en su guerra contra Rusia y “han emulado una represión al estilo ruso contra la vibrante sociedad civil de Georgia”. De hecho, han intentado aprobar una ley que designara a las organizaciones de la sociedad civil prooccidentales y prodemocráticas como “agentes de influencia extranjera”.

Todo este acercamiento a Rusia tiene un nombre: Bidzina Ivanishvili, primer ministro de Georgia entre 2012 y 2013, fue el fundador de un partido “populista cada vez más prorruso” que ha conseguido influir en el país y conseguir un control de las instituciones gracias a representantes suyos. Es multimillonario, hizo su fortuna en Rusia y teme que acercarse a Occidente suponga una pérdida del control sobre las instituciones georgianas.

“Teme que los esfuerzos para cumplir con los criterios democráticos necesarios para la integración de Georgia en la UE puedan amenazar su control sobre las instituciones y el gobierno de Georgia y, por lo tanto, se opone ferozmente a estrechar los lazos con Europa a favor de una creciente entente con Moscú”, explica Fukuyama.

“Ivanishvili ha tenido poca competencia en Georgia, lo que le ha permitido comprar votos y colocar gradualmente a sus seguidores en posiciones de poder en la legislatura, los tribunales y el poder ejecutivo. Al igual que con los partidos gobernantes en Hungría y Rusia, Georgian Dream (el partido que fundó Ivanishvili) ha utilizado estas instituciones para mantener y expandir su poder a través de sucesivas elecciones. También ha utilizado este control para estrechar lazos con Moscú”, asegura el experto.

Más peligroso que otros oligarcas rusos

Fukuyama señala que Georgia, en su momento, parecía ser un modelo para el resto de antiguas repúblicas soviéticas sobre la transición a la democracia. En 2003, el tercer presidente de Georgia, Mikheil Saakashvili, emprendió una serie de reformas “notables”: el nuevo Gobierno “abrió la economía y redujo drásticamente la corrupción”, pero años después le criticaron por abusos de poder y permitir el maltrato de presos, lo que condujo, entre otras circunstancias, a la creación de Georgian Dream.

“Inicialmente compuesta por varias fuerzas de oposición unidas bajo Ivanishvili, Georgian Dream ha expulsado desde entonces a todos los socios prooccidentales que alguna vez formaron parte de su coalición”, señala el experto.

De hecho, según Fukuyama, “Ivanishvili continúa teniendo fuertes lazos económicos personales con Rusia, pero muchos de sus activos están en países occidentales, por lo que “no tiene sentido apuntar a una amplia variedad de oligarcas rusos y, sin embargo, dejar libre a un multimillonario georgiano que está políticamente más cerca de Putin que ellos”.

Por ello, “Estados Unidos y sus aliados europeos deben evitar que Georgia se acerque aún más al campo de Rusia”, ya que el georgiano “ha tratado de bloquear la adhesión a la UE violando el estado de derecho”.