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ACTUALIDAD

El juego de mesa que Isabel II prohibió en la familia real

La Casa Real británica no puede jugar al Monopoly, un pasatiempo que está “descartado” porque “se vuelve demasiado vicioso”, según explicó el príncipe Andrew.

La Reina Isabel II de Inglaterra
DPA vía Europa Press

Las tardes en familia y juegos de mesa pueden ser las más divertidas, pero hay que ir con ojo porque los tramposos siempre andan al acecho para adelantar unas cuantas casillas sin que nadie se dé cuenta, para robar alguna que otra ficha o para cambiar el número del dado. Los juegos de mesa agudizan el ingenio y pueden ser muy entretenidos, siempre y cuando la competitividad y las disputas no se tomen demasiado en serio, algo que parece darse en la familia real británica.

De hecho, hay un juego de mesa al que la realeza británica tiene prohibido jugar por incrementar las rivalidades entre sus miembros. El juego en cuestión es el Monopoly, que parece elevar las tensiones en el palacio de Buckingham.

En una visita en 2008 a la entonces recién renovada Leeds Building Society, en Albion Street, el príncipe Andrew recibó como regalo un ejemplar de Monopoly, un obsequio que rechazó de forma cortés. “No se nos permite jugar Monopoly en casa, se vuelve demasiado vicioso”, explicó Andrew, según recogió el Daily Telegraph.

Lo que no aclaró entonces el duque de York son los juegos que sí están permitidos en la familia real. La prohibición de jugar al Monopoly la confirmó la propia Casa Real en un vídeo publicado en su canal de Youtube The Royal Family Channel, en el que asegura que “a la familia real le encanta un buen juego, pero el Monopoly está descartado”.

Ni ajo ni selfies en el Buckingham

En la familia real tampoco están permitidos los diminutivos o los motes y no pueden hacerse selfies (ni solos ni acompañados). Además, Isabel II prohibió todas las comidas que llevasen ajo en el palacio de Buckingham, pues no le gustaba nada el ingrediente.

Otras extrañas tradiciones son las de abrir los regalos el día de Nochebuena (no en Navidad), parar de comer cuando el Rey lo hace o viajar en aviones separados para que la línea de sangre continúe en caso de accidente.