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El efecto de la contaminación en las vacunas de la COVID

Un estudio de ISGlobal y el IGTP demuestra que las personas expuestas a la contaminación y que se vacunaron produjeron entre 5% y 10% menos de anticuerpos.

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Reuters

Un estudio dirigido por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), en colaboración con el Instituto de Investigación Germans Trias i Pujol (IGTP) ha demostrado que la contaminación atmosférica reduce la eficacia de las vacunas de la COVID-19. En concreto, el estudio señala que las personas expuestas a niveles más altos de contaminación atmosférica antes de la pandemia presentaron respuestas más bajas de anticuerpos a las vacunas contra el coronavirus.

Los investigadores analizaron los datos de 927 participantes de entre 40 y 65 años que respondieron a cuestionarios y dieron muestras de sangre en 2020, justo después del primer confinamiento, y en la primavera de 2021, tras el inicio de la vacunación. Todos habían recibido una o dos dosis de las “principales” vacunas administradas en España.

Los resultados muestran que en individuos no infectados por COVID-19, la exposición a contaminantes —como artículas finas (PM2,5), dióxido de nitrógeno (NO2) y carbono negro (hollín)— se asoció con una reducción de entre el 5% y 10% en los niveles de anticuerpos anti-Spike inducidos por la vacuna. Ya se conocía que la exposición a la contaminación reduce la respuesta inmunitaria, pero este estudio quería conocer si ocurría lo mismo con la producción de anticuerpos tras recibir la vacuna contra la COVID-19.

Los niveles de contaminación “se han de bajar aún más”

La contaminación está asociada a muchos efectos sobre la salud: cáncer de pulmón, enfermedades cardiovasculares, diabetes, infecciones respiratorias... Y claramente también tiene efectos en el sistema inmunológico, ya que provoca inflamación”, señala a El Periódico el investigador de ISGlobal Manolis Kogevinas, que tiene claro qué debe modificarse: “Vemos que niveles no muy altos de contaminación son nocivos para la salud. Se han de bajar aún más. No tenemos que cambiar la estrategia de vacunación”.

“La contaminación atmosférica puede provocar una inflamación crónica, que se ha asociado a un efecto negativo sobre la eficacia de las vacunas”, explica, por otro lado, Carlota Dobaño, investigadora de ISGlobal y última autora del estudio. “Nuestros hallazgos coinciden con estudios que muestran que los contaminantes orgánicos persistentes reducen la respuesta a las vacunas en la población infantil”, indica la experta.