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¿De dónde vienen los misteriosos objetos voladores derribados por EE.UU. en los últimos días?

La inteligencia estadounidense baraja varias opciones, pero coge fuerza la posibilidad de que sean dispositivos de espionaje de potencias extranjeras

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WASHINGTON, DC - FEBRUARY 10: Coordinator for Strategic Communications at the National Security Council John Kirby speaks during a daily news briefing at the James S. Brady Press Briefing Room of the White House on February 10, 2023 in Washington, DC. Kirby announced that the U.S. military, following President Joe Biden’s order, has just shot down a “high-altitude object,” over Alaska. (Photo by Alex Wong/Getty Images)
Alex WongGetty

Estados Unidos ya ha derribado tres objetos voladores sin identificar en los últimos días. El primero, fue localizado en el océanos Ártico, cerca de Alaska, el pasado viernes. El segundo atravesó el territorio del Yucón, en Canadá, al día siguiente. El último fue interceptado ayer en Michigan, luego de hacer una larga travesía sobre Montana y Wisconsin. Como es natural, impera el nerviosismo en Estados Unidos por el clima de incertidumbre. Porque, a pesar de que el gobierno celebra la rápida capacidad de acción de sus fuerzas aéreas, sigue intranquilo ante la incapacidad de determinar qué son exactamente los objetos que no cesan de aparecer en los cielos de Norteamérica.

Ya existen muchas teorías. La más estrambótica (que siempre hace acto de presencia en cualquier misterio que envuelva cosas que vuelan) es la de los extraterrestres. Para evitar que este tipo de historias fantasiosas ganen pábulo, el Pentágono se ha apresurado a declarar tajantemente que, a pesar de que no se conoce la naturaleza de las naves derribadas, no hay absolutamente ninguna duda de que son artilugios construidos por el ser humano. Así que lo único que está claro es que estos Ovnis no son de origen marciano.

No queda claro tampoco si el aumento de la frecuencia de estos derribos quiere decir que ahora hay más cuerpos voladores sin identificar. Tal y como han admitido los servicios de inteligencia de EE.UU. y Canadá, las medidas de vigilancia se han redoblado ante el temor de que las naciones rivales desplieguen planes de espionaje a gran escala en espacio aéreo americano. Por lo tanto, no es que ahora haya más objetos flotantes que antes, sino que los dos gigantes norteamericanos están más alerta. Algo entendible, teniendo en cuenta el reciente episodio del globo Chino que suscitó un gran debate político. Los republicanos ven a Biden como un líder débil que no está sabiendo imponerse en la escena internacional, mientras que los demócratas se muestran cada vez más temerosos ante una posible escalada de las hostilidades entre China y occidente.

Prevención y detección

El cuerpo encargado de desplegar las misiones de intercepción en los tres últimos casos ha sido la NORAD, un contingente que combina efectivos de los ejércitos de Canadá y EE.UU. y que tiene el importante cometido de salvaguardar la seguridad del espacio aéreo de ambos países. Por eso, los tres cuerpos voladores de estos últimos días fueron disparados mucho más rápido que el famoso globo espía. Tal y como ha declarado el Pentágono, los Ovnis volaban a una altitud razonablemente baja (entre 12.000 y 20.000 pies), por lo que suponía una amenaza para el tráfico aéreo de la zona. Ante este riesgo, fue más fácil tomar la resolución de abrir fuego de forma preventiva.

La cautela parece ser la tónica dominante de la actual administración de la Casa Blanca. Pero esta prudencia ha hecho que proliferen toda clase de teorías, más o menos factibles, entre el público general y el resto de agentes políticos. De hecho, oficiales del Pentágono han sido bastante transparentes acerca de sus suposiciones. Para la inteligencia norteamericana todo parece señalar hacia una oleada de incursiones rusas o chinas con el objetivo de recopilar datos sobre la superficie estadounidense.

Tampoco se cree descabellada la opción de que estas naves no sean más que métodos utilizados por China para probar la rapidez y eficacia de los radares aéreos de Estados Unidos (y, colateralmente, también los de Canadá). Si este fuera el caso, la nueva preocupación sería que el enemigo hubiera dejado interceptar sus artilugios de monitorización. Esta posibilidad cogió fuerza al conocerse que el globo interceptado estaba equipado con un sistema de autodestrucción que, sin embargo, no fue accionado por Pekín, por lo que podría estar recopilando información incluso después de ser atrapado.