Hallan un valioso jarrón egipcio en la zona de “comida callejera” de Pompeya
El descubrimiento, que no tiene precedentes, pone de manifiesto los vínculos comerciales del Imperio Romano con otros rincones del mundo.


La ciudad de Pompeya desapareció en el año 79 antes de Cristo tras la erupción del Vesubio. Una ciudad romana que quedó sepultada por la ceniza del volcán, y que fue redescubierta en el siglo XVI. Desde entonces, allí han ido apareciendo diferentes edificios y objetos que ayudan a comprender cómo era la vida por aquel entonces en el Imperio Romano, antes de que el Vesubio arrasara con todo a su paso.
Solo en Pompeya fallecieron entre 1.500 y 2.000 personas, aunque la erupción afectó a toda la región y más de 15.000 personas perdieron la vida. Actualmente, Pompeya (en la región de Campania) es uno de los yacimientos arqueológicos más visitados del mundo, y todavía hoy se siguen encontrando nuevos objetos que permanecían ocultos.

Es el caso de uno de los últimos descubrimientos: el hallazgo de un jarrón egipcio en una zona de comida callejera. Un descubrimiento que no tiene precedentes y que revela los vínculos comerciales y culturales con otros rincones del mundo, en este caso, con Egipto. Según ha informado el Parque Arqueológico de Pompeya, en el recipiente se representan “escenas de caza de estilo egipcio producidas en Alejandría”.
Detalles de una vida pasada
Esta reliquia de pasado fue encontrada en la cocina del Thermopolium de Regio V, y habría sido utilizada como recipiente para guardar alimentos. El Thermopolium era conocido como la zona de comida callejera de la antigua Pompeya, donde se servían comidas y bebidas calientes. Desde el redescubrimiento de la ciudad se han encontrado cerca de un centenar de edificios similares, además de restos de comida, ánforas y frascos para llevar alimentos.
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Allí, en sus paredes, se muestran representaciones de animales, que habrían sido sacrificados y vendidos en las instalaciones. En esta zona también se encontraron unas dependencias de servicio, con una cocina y un apartamento en el piso superior, donde vivían los encargados del negocio. “Vemos aquí en acción una cierta creatividad a la hora de amueblar espacios sagrados y profanos, es decir, el altar doméstico y la cocina, con objetos que atestiguan la permeabilidad y movilidad de gustos, estilos y probablemente también de ideas religiosas en el Imperio Romano”, explica el director de las excavaciones, Gabriel Zuchtriegel".
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