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CIENCIA

Hallan en el cerebro el origen de qué hace engordar

Expertos de la Universidad Memorial de Terranova relacionan la inflamación del hipotálamo con el consumo de dietas altas en grasa.

El verano tiene muchos beneficios para nuestro organismo. También para nuestro cerebro. A más horas de sol, mayor producción de serotonina, lo que afecta positivamente a nuestro estado de ánimo. La luz solar estimula la producción de la conocida como “vitamina del sol”, la vitamina D, con múltiples beneficios para la salud. Pero no todo son alegrías, y es que hay un límite de calor a partir del cual nuestro cerebro no funciona correctamente: los 40ºC.
ScieProGetty Images/iStockphoto

El cerebro es uno de los órganos más complejos y enigmáticos de los seres humanos. Su funcionamiento parece diverso en según qué personas y son muchos los expertos que han indagado en él para tratar de obtener respuestas. Y recientemente un equipo de investigadores liderado por Michiru Hirasawa, de la Universidad Memorial de Terranova (Canadá), ha conseguido una muy valiosa: el origen de por qué aumenta el apetito en las personas.

En su estudio, publicado en la revista especializada PNAS, establecen la relación entre la inflación del hipotálamo, la parte del cerebro que regula el balance de energía y nuestra sensación de hambre, con el consumo de dietas altas en grasa. Un tipo de dieta que, según se sabe desde hace algún tiempo, puede dar lugar a lo que se conoce como un ‘círculo vicioso’ complicado de entender.

Así, ciertos alimentos provocan una inflamación en dicha parte del cerebro, que incrementa el apetito a unos niveles que nos hacen comer más de lo que necesitamos, con la consiguiente ganancia de peso. Pero también hallaron un efecto paradójico, pues la inflación del hipotálamo también está asociado a enfermedades como la anorexia y otras que producen la pérdida de peso. Los expertos se basaron en modelos animales para encontrar la forma en que se regula esta relación entre la inflación y el aumento de apetito.

Fruto de su trabajo los expertos descubrieron que las dietas ricas en grasa hacen que la postaglandina E2 (PGE2), una molécula encargada de regular procesos como la fiebre, active en el hipotálamo la hormona MHC, que nos hace sentir apetito. Un mecanismo que también puede explicar por qué la inflación cerebral genera el aumento de peso en algunas ocasiones, mientras que en otras se produce lo contrario, una pérdida excesiva. En caso de una concentración elevada y hay una inflamación intensa, la PGE2 quita el apetito; si es menor, lo aumenta. En el citado estudio, los autores comprobaron que modificando genéticamente a los ratones se eliminaban los receptores de la prostaglandina en las neuronas MHC, quedando protegidos frente a la obesidad.

Estudio complejo

La principal autora del trabajo, Michiru Hirasawa, reconoce la complejidad a la hora de predecir el resultado de una inflamación, puesto que “la intensidad baja o alta es relativa, puede ser aguda o crónica e involucrar a muchos órganos, células y moléculas diferentes”. Pese a ello, considera que aunque haya dolencias diferentes, “reducir la inflamación puede aliviar ambos síntomas”. Por tanto, seguir cualquier estrategia para lograr ese efecto puede resultar útil, afirma.

“Por ejemplo, la dieta mediterránea es antiinflamatoria y se sabe que ayuda a reducir peso en personas que tienen sobrepeso u obesidad”, explica. Finalmente, asegura que se debe ser “selectivo con la forma y momento” en que se usan tratamientos antiinflamatorios, pues también es necesaria para el funcionamiento diario de nuestro cuerpo, “por ejemplo, curando heridas o combatiendo infecciones”.