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CIENCIA

Cómo afecta la luna llena a los seres humanos y qué efectos tiene según la ciencia

Muchos estudios apuntan a una relación directa de los ciclos lunares con los ciclos de sueño humanos, la salud mental o el sistema cardiovascular, aunque la evidencia no es suficiente.

Cómo afecta la luna llena a los seres humanos y qué efectos tiene según la ciencia
Foto: Cortesía

Desde la noche de los tiempos la luna ha sido una musa. A través de ella se han justificado religiones y creencias, desarrollado modos de vida y creado arte en una línea que va desde los rituales neandertales hasta la poesía de Federico García Lorca. Y así sigue siendo a día de hoy. Sin embargo, el efecto lunar podría no descansar únicamente en el campo de lo cultural y astrológico. Conviene preguntarse si podría tener un alcance médico, natural, humano y científico.

Son conocidas las relaciones entre las mareas y el satélite: las olas de mares y océanos suben y bajan junto con las fases de la luna. Lo mismo hacen varias especies marinas, como los gusanos marinos y los arrecifes de coral. De hecho, algunos peces también encuentran sincronizados su ciclo reproductivo con los ciclos lunares. Y fuera del agua por qué no iban a poder encontrarse nexos relevantes con personas de carne y hueso.

Una posible relación con el sueño

Un estudio de 2014 determinó que la luna llena estaba relacionada con un menor sueño profundo y una mayor latencia del movimiento ocular rápido (MOR). Para llegar a esta conclusión se tomó como población del experimento a 319 personas, que fueron internadas en un centro. Y, al mismo tiempo, esta latencia puede tener consecuencias como apnea del sueño o el consumo de alcohol o medicamentos para conciliarlo.

Un año después llegó otra investigación con deducciones reveladoras: la luna llena afecta a hombres y mujeres de distinta forma. Mientras que en el caso de las segundas costará más ‘pegar ojo’, en los primeros la latencia puede provocar, en ocasiones, un mayor sueño. No obstante, también son varios los estudios que descartan vinculación alguna entre el satélite y el ciclo humano del sueño.

¿Cambios en el sistema cardiovascular?

Si la luna, según se acerca a la Tierra, provoca un cambio en la atracción gravitacional que se traduce en el patrón de las mareas, ¿podría la luna alterar el ciclo de los líquidos que se encuentran dentro del cuerpo? Esta pregunta llevó a un grupo de científicos a publicar una investigación en 2013, sustentada en un experimento cuyos participantes eran estudiantes universitarios masculinos. Lo que se determinó fue que la presión arterial cae en torno 5 mmHg durante las fases de luna nueva y llena, además de un descenso del ritmo cardíaco.

Aunque este estudio, que en definitiva defendía la mayor eficiencia del ser humano durante estos periodos lunares, sentase un curioso precedente científico, otro análisis de 2020 vino a decir lo contrario: no existía diferencia significativa en el desempeño atlético. De nuevo, lo mismo que con el sueño: a cualquier descubrimiento le sigue siempre una matización o una corrección.

Salud mental y ciclo lunar

Una noche de luna llena ilumina las calles de forma notoria. El cuerpo humano, y especialmente el ojo, ha adaptado sus eones de la exposición a la luz normalizando unos patrones en función de las horas en las que ‘debe’ haber luminosidad y en las que ‘tiene que’ existir oscuridad. Una variación de esto se traduce en el desarrollo de ritmos circadianos, que afectan a muchos sistemas del cuerpo. Una alteración de los mismos puede conllevar ciertos trastornos, entre los que destacan:

  • Ansiedad
  • Trastorno bipolar
  • Depresión
  • Esquizofrenia

La pregunta es: ¿la iluminación lunar es suficiente para romper el ritmo circadiano? Y la respuesta es que, según la evidencia científica, no. Así lo justificó un análisis de 2006 y un estudio de 2017. Ambos revisaron las visitas a hospitales por este tipo de trastornos durante estos periodos y no hubo cambio alguno. En Otelo, la obra de Shakespeare, el personaje de Emilia aseguraba al protagonista que la luna se había acercado demasiado a la Tierra y, por ello, los hombres habían enloquecido. Y la respuesta, a día de hoy, sigue orbitando en torno a la incógnita.