Científicos se topan con inquietantes círculos perfectos en el fondo del mar y dan con la clave: “Estaba vivo”
Un equipo de investigadores marinos descubre más de 1.300 anillos submarinos en el Mediterráneo y resuelve el misterio tras años de estudio.

En 2011, un equipo de científicos liderado por la bióloga marina Christine Pergent-Martini descubrió en el Mediterráneo, cerca de la costa de Córcega, unas estructuras circulares perfectamente simétricas que parecían desafiar cualquier explicación lógica. Más de 1.300 anillos de unos 20 metros de diámetro y con una mancha oscura en su centro fueron detectados a través de imágenes satelitales y confirmados mediante exploraciones submarinas.
El hallazgo desató todo tipo de hipótesis en la comunidad científica y en el público en general. Mientras algunos expertos especulaban con la posibilidad de que fueran formaciones geológicas inusuales, no faltaban teorías más extravagantes que apuntaban a intervenciones humanas o incluso extraterrestres. Sin embargo, tras más de una década de investigación, los científicos han dado con la clave de su origen.
El estudio detallado de estos círculos reveló que no se trataba de formaciones geológicas, sino de estructuras biológicas conocidas como atolones coralígenos. Estas formaciones, compuestas por algas calcáreas y diversos organismos marinos, crean estructuras rígidas en el lecho marino que, con el tiempo, adquieren una disposición circular. Fue el fotógrafo y biólogo Laurent Ballesta quien se sumergió hasta alcanzar uno de los anillos para darse cuenta de que “estaba vivo”.
Según los investigadores, la simetría perfecta de los anillos se debe a un crecimiento radial de las algas y los corales que componen el ecosistema. La interacción entre las corrientes marinas y el desarrollo de los organismos vivos genera esta disposición tan inusual en el fondo del mar.
“Se trata de un hábitat de gran valor ecológico”, explicó Pergent-Martini en declaraciones recogidas por ‘National Geographic’. Estas estructuras albergan una gran biodiversidad, incluyendo especies como el coral amarillo (Dendrophyllia cornigera), que es poco común en el Mediterráneo y suele encontrarse en zonas de mayor profundidad.
Implicaciones para la conservación marina
El descubrimiento de los atolones coralígenos tiene importantes implicaciones en el estudio y la conservación de los ecosistemas marinos. Estas formaciones juegan un papel crucial en la biodiversidad del Mediterráneo, proporcionando refugio a numerosas especies y funcionando como indicadores de la salud de los océanos.
Sin embargo, los expertos advierten que estas estructuras son extremadamente frágiles y que el cambio climático, junto con la contaminación y la actividad humana, podría afectar su desarrollo y conservación. La acidificación del océano y el aumento de las temperaturas pueden alterar el crecimiento de los organismos que forman estos atolones, poniendo en riesgo su existencia.
“Es fundamental proteger estos hábitats y comprender mejor su funcionamiento”, señala Pergent-Martini. “Todavía sabemos muy poco sobre las dinámicas ecológicas de estas estructuras, pero lo que está claro es que su preservación es clave para mantener el equilibrio de los ecosistemas marinos en la región”.
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El hallazgo de los atolones coralígenos demuestra que los océanos aún albergan secretos fascinantes por descubrir. La exploración de los fondos marinos sigue siendo una de las fronteras más desconocidas de la ciencia, y este descubrimiento podría ser solo el principio de nuevas revelaciones sobre la vida en las profundidades.
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