Científicos activan las alarmas sobre el nuevo comportamiento de las ballenas grises: “Las condiciones sugieren una continuación”
Un preocupante repunte de muertes y diversos comportamientos extraños en las ballenas grises del Pacífico podrían anticipar una nueva crisis de biodiversidad vinculada al cambio climático.
Las ballenas grises del Pacífico nororiental, una especie migratoria que recorre miles de kilómetros cada año desde las cálidas lagunas de México hasta el Ártico de Alaska están protagonizando una situación alarmante. Cerca de 50 ejemplares han varado sin vida en lo que va de 2025 en las costas de California, Washington y Oregón, en Estados Unidos, según ha informado la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) estadounidense y confirmado el medio local de Tacoma, Washington, KNKX Public Radio.
La cifra ya supera los 31 casos registrados durante todo 2024 y despierta temores entre los científicos de que suponga una recaída del llamado “Evento de Mortalidad Inusual” que afectó a esta especie entre 2019 y 2023. “Estamos observando animales enfermos en condiciones que sugieren una continuación, en lugar de un repunte, de ese evento de mortalidad”, ha advertido John Calambokidis, biólogo marino del colectivo investigador Cascadia Research, con sede en Olympia, Washington.
Desde falta de alimento hasta anomalías migratorias
Estos cetáceos realizan una de las migraciones más largas del mundo animal —unos 15.000 kilómetros de ida y vuelta— desde las costas mexicanas del Pacífico hasta las frías aguas árticas donde se alimentan. Durante este trayecto, deberían mantener unas reservas de grasa que les permitan cubrir el recorrido sin alimentarse. Pero los científicos están detectando ballenas desnutridas, con los tractos digestivos vacíos y niveles de grasa alarmantemente bajos, lo que sugiere que el alimento escasea en el Ártico.
Lo más inquietante para los investigadores estadounidenses es que algunas ballenas están interrumpiendo su migración para alimentarse en zonas poco habituales, como la Bahía de San Francisco o la costa de Grays Harbor (Washington). Esta estrategia no se había observado antes de la crisis de 2018-2023 y podría indicar un intento de adaptación desesperado ante la falta de alimento en el Ártico.
Este desequilibrio, aseguran desde Cascadia, estaría vinculado al cambio climático. El calentamiento de las aguas y la pérdida de hielo marino alteran las poblaciones de crustáceos y otros organismos de los que se alimentan. La situación ha empeorado en diferentes tramos del recorrido. Solo en el estado de Washington se han registrado 13 varamientos hasta finales de mayo, más del doble del promedio habitual para esas fechas. En Baja California (México) —donde paren las hembras—, al menos 80 ballenas murieron este invierno, y los nacimientos fueron notablemente bajos, según KNKX.
Un fenómeno que se puede extender a otros océanos
Aunque esta crisis afecta al otro lado del Atlántico, es profundamente relevante para España y Europa. Las ballenas grises son indicadoras clave de la salud de los océanos, y los patrones de mortalidad y desnutrición que muestran evidencian cómo el cambio climático ya está afectando a los ecosistemas marinos globales. demás, este tipo de sucesos evidencia que la pérdida de biodiversidad afecta directamente a las cadenas alimentarias, la pesca y el equilibrio del ecosistema marino.
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El Departamento de Pesca de la NOAA sigue monitoreando estrechamente los varamientos y comportamientos de la especie. A la espera de medidas estructurales globales —como acuerdos internacionales sobre emisiones y protección de océanos—, los expertos recuerdan que las acciones individuales también cuentan.
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