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Cambio radical en las naves espaciales: piden que estén sucias

Pieter Dorrestein, investigador de la Universidad de California, asegura que la falta de microbios y moléculas evita que el sistema inmunológico sea estimulado.

Cambio radical en las naves espaciales: piden que estén sucias
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Raúl Izquierdo
Nació en Villanueva de Alcardete en 1990. De La Mancha al Diario AS. Graduado en Periodismo y Comunicación Audiovisual, siempre tuvo claro que lo suyo eran las letras. Antes de formar parte de AS pasó por Marca Plus, Grupo V y Marca. En 2019 llega a AS y, tras pasar por la web, la pandemia le coloca en Actualidad. La fotografía, su otra afición.
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La vida en el espacio puede cambiar de lo que era hasta ahora. Durante muchos años se ha apostado por hacerlas lo más estériles posible, para así evitar que los astronautas pudieran contraer cualquier tipo de enfermedad. Y, además, tras esta forma de proceder se intenta evitar contaminar otros planetas con microbios que puedan proceder de la Tierra.

Pero esto podría cambiar, según las palabras de un experto tras analizar 700 muestras de superficie de la Estación Espacial Internacional (EEI; ISS, por sus siglas en inglés). “La idea general es intentar tener la menor cantidad de microbios posible, pero la pregunta es si esta será la mejor opción para viajes espaciales de larga duración”, asegura Pieter Dorrestein, investigador de la Universidad de California en San Diego.

Unas palabras que hace extensibles a otros entornos que se mantienen con una pulcritud absoluta, como son las estaciones de investigación, hospitales y submarinos. Según asegura, la EEI está “extremadamente limpia” en términos de diversidad de moléculas y microbios. “La estación espacial simplemente está desprovista de muchas moléculas y microbios. Es el extremo de la vida humana en un entorno controlado”, explica.

Un ‘estímulo’ al sistema inmunológico

Aunque esto puede parecer un aspecto positivo, para el investigador no lo es tanto. Junto a su equipo, esta falta de exposición a bacterias puede ser la razón de diversos cambios en los sistemas inmunológicos de los astronautas que viajan al espacio. No es raro que en la EEI los pasajeros sufran erupciones cutáneas, alergias poco habituales, infecciones o reactivación de virus latentes, como el de Epstein-Barr.

Si bien el experto reconoce que no alcanzan a comprender al 100% este fenómeno, asegura que en su opinión “el sistema inmunológico necesita ser estimulado periódicamente”. Así, sugiere que el futuro de las naves espaciales pase por entornos más sucios, con diversidad de moléculas y microbios, aunque de forma controlada y sin comprometer la salud de los astronautas.

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Y una de las propuestas puede ser la aplicación de las bacterias Bacillus subtilis, empleada en otros entornos gracias a su actividad antifúngica. “Sabemos por otros estudios que cuando las personas están expuestas a una mayor cantidad de moléculas vegetales, tienden a tener menos casos de asma y alergias”, concluye el experto.

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