Ediciones
Resultados
Síguenos en
Hola

ACTUALIDAD

Aíslan a sus hijos del mundo durante 24 años en una Masía

Las autoridades acudieron al domicilio luego de que la hija mayor consiguiera escapar y alertar de su situación a un vecino.

Aíslan a sus hijos del mundo durante 24 años en una Masía
Google Earth

La realidad, dicen, supera a veces a la ficción. A juzgar por este caso, inverosímil y algo grotesco, acontecido recientemente en la localidad de Arbúcies (Girona), no sería descabellado inclinarse a creer el dicho. Una pareja neerlandesa, quién sabe por qué motivos o convicciones ciegas, decidió criar a sus hijos aislados enteramente del mundo exterior. Hoy, son dos adultos, de 18 él y de 24 ella, que apenas han tenido en su vida contacto con alguien que no sea de la familia.

En una masía rodeada de árboles. Sin conexión a internet ni ningún aparato electrónico. Sin poder salir de casa ni siquiera para ir al médico o al colegio (nunca fueron escolarizados, por lo que no tienen ni siquiera el título de primaria). Como un grupo de náufragos en una isla desierta. Solo hacían pequeñas y meticulosamente calculadas incursiones a la realidad foránea en busca de víveres, pues hasta los ermitaños necesitan comer.

El problema surgió cuando la hija mayor se hartó de vivir sin poder respirar aires distintos a los acotados por los muros de su caserío. En un arranque de rebeldía, materializó una fuga con destino a la libertad. Tras el valiente escape, acudió a un domicilio cercano y pidió angustiada ayuda a su vecino -que para ella era, por descontado, un completo desconocido-. Este, sin terminar de entender muy bien el deslavazado y nervioso relato de la muchacha, resolvió llamar a la Policía Local.

Sin documentación

Los agentes sí fueron capaces de unir las piezas y entender la increíble historia. Tomaron declaración a la joven y, al día siguiente, acudieron a la casa para hacer las pertinentes indagaciones. En primer lugar hablaron con el padre, de 58 años, que trató de echar tierra sobre el podrido asunto alegando que todo habían sido invenciones de la chica, y que esta sufría problemas mentales. Sin embargo, no tenía ninguna documentación que respaldara su aseveración. Los que tampoco resultaron tener documentación -de ninguna clase- fueron los hijos.

Ni libro de familia, ni documento de identidad, ni tarjeta sanitaria. Nada. Como si los muchachos, simplemente, no hubieran existido jamás. El hombre, en un quiebro dialéctico ya algo desesperado, dijo entonces que en los Países Bajos, de donde procede la pareja, es muy habitual criar a tus hijos en casa. No obstante, cuesta creer que sea igual de habitual lo de tenerlos bajo llave y sin vislumbrar un nimio atisbo de lo que hay más allá del hogar.

Las autoridades, inicialmente, abrieron una investigación. No obstante, los hijos se negaron a presentar cargos contra sus progenitores. Sus motivos tendrán. La cuestión es que han accedido a volver a la casa, aunque con la condición de que se les conceda más libertad. Es mucho el tiempo perdido que tendrán que recuperar. Quién sabe si les gustará todo el carrusel interminable y ruidoso que es el mundo de hoy. Hasta el ruido puede parecer música cuando se tiene la ilusión desbocada de las primeras veces.