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REAL MADRID 1 - ATLÉTICO 1 (5-3)

Las 5 claves de la derrota del Atlético en la final de Milán

El Atlético volvió a quedarse a las puertas de ganar su Primera Copa de Europa. Esta vez fueron los penaltis los que le dejaron sin título. A continuación, los motivos.

Las 5 claves de la derrota del Atlético en la final de Milán
FELIPE SEVILLANODIARIO AS
BEIN SPORTS

El Atlético de Madrid perdió la final de la Liga de Campeones contra el Real Madrid con su irregular inicio de partido y el 1-0, con dos penaltis al poste, con el desgaste de una hora para empatar, con la falta de profundidad con el balón y con el paso atrás en la prórroga como algunas claves.

Un inicio gris.

Al Atlético de Madrid le superó principalmente el Real Madrid en el comienzo de partido. A su presión alta le faltó más ímpetu y le sobró la distancia entre sus líneas, desconocida en un conjunto con tanto trabajo y éxito como bloque. Cuando el club blanco superó su línea de presión, sufrió atrás. "Nosotros empezamos mal el partido", admitió nada más terminar el choque Diego Simeone.

En esos 15 minutos, además, cometió dos faltas laterales; una concesión inesperada de un equipo que cuida tanto los detalles de cada partido. Y le remataron en las dos en su área. La primera la paró Jan Oblak a Casemiro; la segunda, en posición de posible fuera de juego de Sergio Ramos, terminó con el gol que abrió el marcador.

El condicionante del 1-0.

El 1-0 tan pronto condicionó el juego y el plan del Atlético, por encima en posesión del Real Madrid, con un 54 por ciento, y con más pases intentados y completados, pero sólo para cuatro disparos entre los tres palos. Su rival, con un 46 por ciento, al contragolpe, tiró más, ocho ocasiones, a la meta defendida por Jan Oblak.

Replegado el Madrid, con el balón el Atlético, al equipo rojiblanco le faltó más velocidad en el movimiento de la pelota y profundidad para desbordar a su adversario, aunque lo consiguió por momentos, cuando Filipe Luis y Juanfran comenzaron a sumarse al ataque o cuando Yannick Carrasco condujo y regateó por el costado.

Dos penaltis al palo.

En una final de momentos, hubo dos en el Atlético transcendentales, los dos de penalti. El primero, en el minuto 46, nada mas comenzar la segunda parte, con el lanzamiento contra el larguero del francés Antoine Griezmann, el máximo goleador del equipo rojiblanco, repelido por el palo con Keylor Navas batido. "No estoy arrepentido, era donde quería tirar y se fue por centímetros", comentó el internacional galo tras el encuentro.

El otro, en el octavo lanzamiento de la tanda final, tras el 1-1 de los 90 minutos y de la prórroga. Juanfran, el héroe de los octavos final con el PSV en la misma destreza, aquel día en el decimosexto lanzamiento, lo estrelló contra el poste. Después, Cristiano Ronaldo marcó el quinto y definitivo penalti madridista.

El desgaste para empatar.

Después del 1-0, toda la obligación recayó en el Atlético, necesitado de nuevo de un despliegue físico con y sin balón, mientras el Real Madrid le esperaba atrás. El equipo rojiblanco recorrió doce kilómetros y medio más, 144,914, que su adversario, con 132,357, y luego lo pagó cuando parecía más entero.

Con esa sensación apareció en la prórroga, en la que cayeron el brasileño Filipe Luis y Koke Resurrección con calambres musculares. A Simeone le trastocó entonces su idea de las sustituciones. Disponía de dos y los agotó por lesiones, con las entradas de Lucas Hernández y Thomas Partey en la segunda parte del tiempo extra.

El paso atrás de la prórroga.

El Atlético entró en la prórroga con la inercia del gol del empate, pero dio después un pasito hacia atrás, quizá por el temor de una derrota en el tiempo extra, para conservar al menos el empate, aunque el panorama apuntaba a lo contrario, al momento del equipo rojiblanco de ganar la final.

Si en Lisboa, el Real Madrid fue a por un Atlético exhausto; en Milán, la prórroga restó ímpetu y ambición al equipo rojiblanco para buscar el segundo gol y la victoria en la final de la Liga de Campeones contra el conjunto blanco, sobre todo en el primer tiempo. En el segundo, el cansancio ya se notaba en sus piernas.