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VILLARREAL 2 - BAYER 0

Bakambu guía al matagigantes

Un doblete del congoleño pone la eliminatoria de cara a un gran Villarreal, de nuevo intratable en defensa. Chicharito no inquietó y el Bayer sigue vivo por su portero.

Bakambu guía al matagigantes
JOSE JORDANAFP

Este Villarreal es una trituradora. Gane o empate (casi nunca pierde), machaca a su rival. Con y sin balón. A base de fe, físico, presión y ganas. El paso por Segunda sólo ha aumentado el apetito y este año quiere hacer algo grande. Más de lo que ya ha hecho. También es un ejemplo de constancia y superación. Un rebelde más que una revelación. Un verdadero matagigantes. Por eso es cuarto en Liga y salvo hecatombe o una defensa desconocida estará en cuartos en Europa. Esta vez tumbó al Bayer con el descaro de las noches importantes. La misma que ya ha mostrado ante Madrid, Atleti, Nápoles, Sevilla, Valencia y Athletic, entre otros, esta temporada. Dos zarpazos de Bakambu encarrilan una dura eliminatoria ante un equipo que ha competido este curso en Champions. Dos golazos que devuelven al congoleño a primera línea tras no marcar en los últimos 13 partidos, desde el pasado 10 de enero.

Pese a jugársela el domingo en Liga en el Pizjuán, el Villarreal se empleó como si no hubiera mañana. Ver presionar a Bruno y Soldado ya es normal, pero ver arrastrarse remangados a Trigueros, Castillejo y Denis Suárez es encomiable. No hay más que ver el segundo gol, tras una presión asfixiante en campo propio el futuro jugador del Barça habilitó la carrera de Bakambu rumbo a Leno, como en el primer tanto lo hizo Soldado con su inteligencia de siempre. El ariete no falló lo que otras veces perdona y no hizo más que premiar el partido imperial de nuevo de todo el equipo en defensa. Veinte partidos sin encajar gol. Un Atleti de amarillo.

En el primer tiempo, tras un primer aviso al inicio de Soldado y el gol, al Villarreal le costó hilvanar. El Bayer, octavo en Alemania pero perro viejo en Europa, tiene muchas tablas. Lo que decepcionó fue su ataque. Recién salidos de sendas lesiones, ni Chicharito ni Kiessling inquietaron. Más bien sucumbieron al gran partido de Bailly y Víctor Ruiz. De Çalhanoglu no hubo noticias. Y el plan de Schmidt no se sabe si era marcar para creer, no encajar demasiados goles para sobrevivir o simplemente rezar, que es más fácil y sencillo.

Con el partido de cara, al Villarreal le vino mejor el panorama del segundo tiempo. Unos metros más replegado por las exigencias del Bayer, con la posibilidad de salir. Como le gusta. Ahí, Trigueros y Bruno se multiplicaron para achicar y lanzar contras mortales. Quizás faltó algo más de pausa y sobró cansancio para haber aprovechado alguna más. Baptistao tuvo la mejor ocasión para sentenciar pero Leno se sacó un paradón a su cabezazo. Aun así, lo importante era no encajar. Un 2-0 en la ida da mucho aire para la vuelta. Pero eso será en siete días, tras el Sevilla y antes del Barça. Dos citas grandes para cerrar el cuarto puesto en las que el Villarreal, recuerden, siempre da la cara. Un milagro del que sobre todo existe un culpable. Es de Asturias, su futuro no tiene techo y responde al nombre de Marcelino.