La cantera sale al rescate
Lucas Vázquez fue el mejor del Madrid y provocó un penalti, que transformó Cristiano. Mayoral marcó con la ayuda involuntaria de Mariño. Lucieron Casemiro y Nacho. Sentenció Isco.
No hubo efecto rebote. Un Real Madrid sin gracia y en funciones hasta que reaparezca la Champions le ganó aburridamente al Levante. Apenas quedan restos de aquel impulso inicial de Zidane. Mayoral hizo medio gol y Lucas Vázquez levantó la feria con su entusiasmo, pero el Madrid se ha ido de esta Liga y quién sabe si volverá, aunque sea para defender la pedrea de la tercera plaza.
Confirmado el diagnóstico adverso, la buena noticia para el Real Madrid es que Zidane anda preciso con el bisturí. En Orriols compareció un Madrid en gabinete de crisis, sin dos sancionados, sin cinco lesionados, con dos castigados, con nueve deprimidos y con dos ilusionados: Lucas Vázquez y Borja Mayoral. Las sopresas del once, los escarmientos de Isco y Jesé, que se han abandonado en el peor momento. Gente de cantera, hacia la que el Madrid, como acto reflejo, vuelve siempre en tiempos de guerra. Así que en medio de un partido sin alma, despachado con la rutina de quien no tiene horizonte, asomaron dos futbolistas con determinación y ganas de prosperar.
Lucas afloró en seguida, en cuanto el Levante cesó en su asalto inicial, resumido en tres remates de Rossi, uno respondido con parada formidable de Keylor Navas. Al gallego fue agarrándose el Madrid hasta sobreponerse al embotellamiento que provocaron los tres centrocampistas del Levante. Lucas fue un refugio en la derecha, un extremo emprendedor que repitió una y otra vez hasta que picó Orbán haciéndole un penalti de cadete tras tragarse la bicicleta.
Mayoral apareció como los goleadores de catálogo. Después de media hora sin levantar la voz, agazapado entre los centrales, en puesto de observador de la falta de puntería de Cristiano, que se desorienta más de lo común ante la meta adversaria. Tres ocasiones se le fueron antes de marcar el penalti, una atribuible a las manos ágiles de Mariño. Al canterano le sirvió con media. Recibió al borde del área y despachó un derechazo que topó en el palo y en la espalda de Mariño antes de entrar. En los registros figurará, por imperativo arbitral, como autogol.
Eso y poco más que eso fue este Madrid postnuclear. Casemiro es remedio solvente. Lució y le hizo compañía a Kroos, definitivamente desfigurado. El brasileño se marchó con molestias musculares, que en Valdebebas florecen sin riego. James tuvo otra oportunidad pero se perdió a gran velocidad una mañana en la M-40 y no ha vuelto a aparecer. Dejó un buen zurdazo y un gran pase a Cristiano, que acabó en el palo. Está obligado a más. Cristiano siempre fue goleador y no vertebrador. Estuvo mejor en empeño que en Tino. Atrás Pepe resultó un buen fontanero, Nacho no desmereció en la izquierda y Danilo ha espabilado. Empieza a podarse el pie de madera en los centros.
El Levante disimuló su condición de colista, a la que se llega por más de un pecado, pero tuvo una buena salida y disparó algunos perdigones en ataque. Morales brujuleó magníficamente en las dos bandas y a ratos le ayudó Rossi, que no ha perdido el instinto. Deyverson se apuntó el gol de la esperanza. En los minutos finales, incluso, el equipo de Rubi se arrimó al empate hasta que Isco hizo ese tanto que le reclama el técnico. Toca paciencia vaticana hasta que Bale se entienda con su sóleo, Cristiano con el gol y Zidane con la plantilla. Todo tendrá que suceder en Europa.