Pablo Hernández hace inútiles en el 89' los goles de Agirretxe
La Real se adelantó en dos ocasiones, pero el doblete de Aspas y el zambombazo del argentino dieron la vuelta al partido. El Celta sigue en puestos de Champions.
Dos pistoleros se dieron cita en el lejano oeste de Anoeta: Iago Aspas e Imanol Agirretxe. Ambos marcaron dos goles y rubricaron en los metros finales los merecimientos de Celta y Real para llevarse el duelo de arietes. Pero ellos acabaron en tablas. Su acierto no fue capaz de dar la victoria ni a donostiarras, ni a vigueses. Y tuvo que aparecer Pablo 'Tucu' Hernández para desnivelar la batalla de goleadores con un señor golazo, un trallazo por toda la escuadra desde la frontal que quitó las telarañas de la portería de Rulli y ante el que nada podía hacer el portero argentino.
Excesivo castigo para todo el buen trabajo que hizo la Real. Quizá, demasiado premio para lo que presentó en Anoeta el Celta, más atascado en su fútbol de toque que en anteriores jornadas. Dos estilos muy diferentes frente a frente, y ningún mereció perder. Porque el Celta tuvo más el balón, pero la Real se replegó muy bien y no se puede decir que fuera inferior al conjunto vigués. Agirretxe y Aspas pusieron firma a esos merecimientos. Y el Tuco lo desniveló, y de paso culminó la remontada de un Celta que demostró una vez más la fe tremenda que tiene en su fútbol de ataque.
A partir de ahí, llegan las conclusiones. Da la sensación de que esta nueva Real Sociedad de David Moyes tiene por fin un estilo definido, una idea, algo a lo que jugar y que le da resultado. Sí, han leído bien. Nueva Real. La que diseñó el técnico escocés en el Ciudad de Valencia y a la que ha dado continuidad en Anoeta contra el Celta. Una Real más pragmática que brillante, que parece renegar de la pelota para centrarse en ser más compacta y hacer daño al rival con chispazos frenéticos, llenos de calidad, la mucha que atesoran sus hombres de arriba, como Vela, Zurutuza, Agirretxe y Xabi Prieto. Lanzados por Illarramendi, al que su nuevo guardaespaldas Markel Bergara le permite tener algo más de libertad en la creación.
Todo esto viene a cuento porque ha dado la sensación de que a la Real no le molestaba que el Celta tuviera la pelota. Era un dominio falso. Los vigueses querían llevar el ritmo del partido, tener el balón, pero se toparon con la solidez de los donostiarras, que montó un entramado defensivo contra el que chocó una y otra vez el conjunto de Berizzo. Es de agradecer la intención constante de su equipo de querer jugar siempre la pelota, hasta cuando las cosas no le salen, como le pasaba en el final de la primera parte. Es verdad que en esta ocasión le faltó algo de continuidad en el juego, que fue demasiado intermitente. Pero con todo, pudo aprovechar dos destellos de Iago Aspas para igualar el alarde rematador de un excelso Agirretxe. El primero casi sin querer al desviar un disparo de Wass, y el segundo tras rematar un fantástico centro del pivote danés desde la derecha.
Eso le sirvió para empatar los dos goles de Agirretxe, que culminó el fútbol directo que volvió a plantear Moyes. Bien plantado sobre el césped, sin querer dejar espacios, tratando de impedir correr al Celta para que Nolito y Orellana entraran lo menos posible en juego. Ese esfuerzo generoso tuvo luego su continuidad en ataque, con transiciones rápidas gracias a robos en posiciones comprometidas, y que Agirretxe llevó a buen puerto con dos remates oportunos, de cabeza y con el pie, de auténtico 'killer' del área, gracias a dos no menos buenos servicios de Zurutuza y Yuri Berchiche, muy destacados también en esta ocasión.
Ese nuevo estilo de Moyes tuvo sus mejores momentos en el tramo final de la primera parte, lastima que tras el descanso se fue apagando poco a poco, sobre todo en el apartado atacante, y con alguna laguna más en defensiva, dejando más espacios para que corriera el tridente del Celta. Y para que llegara el fatal desenlace del final para los realistas. Si ni los ocho goles de Agirretxe, que está a un nivel excelso en este comienzo de Liga, sirven para ganar, el escocés tiene un problema. Y mientras tanto, los donostiarras siguen sin ganar en Anoeta, aunque esta vez si lo hubieran merecido.