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Borussia Dortmund - Real Madrid

Michael Rummenigge: “Mi padre nos ponía vídeos de Di Stéfano”

Michael Rummenigge (el hemano pequeño de Karl-Heinz) jugó seis años en el Bayern y cinco en el Borussia. Cuando se retiró del fútbol activo se quedó a vivir en Dortmund.

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Michael Rummenigge: “Mi padre nos ponía vídeos de Di Stéfano”

—¿Jugaba también su padre al fútbol?

—Era de una familia de Lipstadt, cerca de Dortmund. Un sitio pequeño y muy humilde. Era mecánico y jugaba en un equipo amateur como central. Era un apasionado y nos dejó mucha libertad. Contaba que le pegaba fuerte, tanto que una vez un tiro suyo dio en el larguero y luego rompió los cinco dedos de la mano del portero (risas). Aprendimos a jugar, en realidad, junto a muchos niños italianos y españoles, hijos de emigrantes.

—Serían el orgullo para su padre...

—Mucho. En 1974 Alemania acababa de ser campeona del Mundo y mi hermano (Karl-Heinz) fichó por el Bayern con 17 años. En nuestra pequeña ciudad de 30.000 habitantes la gente decía: “¡Dónde va este cateto a un equipo donde hay seis campeones del mundo!”.

—¿Usted cómo llegó a fichar por el Bayern?

—Ya había sido internacional en la Sub-16 y la Sub-17 y jugaba en el Borussia Lipstadt. Fui al Bayern un año sin contrato para jugar como juvenil mientras hacía un curso en un banco para buscarme un buen futuro...

—¿Cuántos años se lleva con su hermano?

—Ocho. Y hay otro hermano, el mayor, que era el mejor de los tres.

—¡No me diga!

—Wolfgang. Pero no le gustaba mucho entrenar ni correr. Era el más técnico y el más rápido. Y tenía un muslo increíble para imprimir fuerza a los disparos. Llegó a jugar en Segunda. En 1974 él tuvo una propuesta junto a Karl-Heinz para ir al Múnich 1860, en Segunda, pero la familia se reunió y prefirieron que Karl-Heinz fuera al Bayern.

—Cuando usted llegó al Bayern, su hermano ya estaba muy asentado allí, ¿no?

—Ya era una estrella mundial, sí. Acababa de ser el mejor jugador de Europa por segundo año consecutivo.

—¿Le pesó estar a la sombra de él en la entidad?

—Fue difícil. La comparación era inevitable. Jugábamos en la misma posición, de delantero, aunque a mí fue Udo Lattek quien me retrasó a la mediapunta porque era un poco lento. Hice carrera como un ‘10’ con mucho gol. Aún dicen en Múnich que yo era mejor futbolista que Karl-Heinz, pero él tenía más explosividad y rapidez. Yo tenía más visión de juego.

—¿Llegó a coincidir en el campo con su hermano?

—Dos años. Del 82 al 84. Y ganamos la Copa en el último partido juntos, con el Bayern, antes de que se fuera al Inter. Fue ante el Borussia Moenchengladbach. Fuimos a los penaltis. Matthäus falló el suyo y yo deshice el empate marcando el último... Si no, mi hermano me hubiera dado una paliza (risas).

—¿Se peleaban en el campo?

—Muchas veces. Era el que más me exigía. Me chillaba más que a sus hijos.

—En los primeros 80, Hoeness ya era el jefe del Bayern, ¿no?

—Sí, en el 79 lo retiró una lesión. Era mi jefe. En el 82 jugué con los juveniles contra el Augsburgo y ganamos 4-2. Yo hace dos goles. Hoeness estaba viéndolo en la grada y al terminar se acercó a mí: “Mañana vienes a mi oficina”. Y allí me puso por delante un contrato. No pregunté ni lo que ganaba. Simplemente firmé.

—¿Y cuánto ganaba?

—Seis mil marcos al mes, tres veces lo que ganaba mi padre en ese tiempo, aunque una tontería para el fútbol. Pero yo estaba feliz. Y aun siendo titular no me mejoraron hasta que pasaron los dos años. Pero Hoeness siempre fue muy correcto.

—¿Le sorprende lo que ha pasado con él?

—En las dimensiones en las que se está hablando, sí. Personalmente es una tragedia. Creo que en España también se estila, ¿no? ¿Qué ha pasado con Del Nido?

—¿Qué recuerda de sus partidos ante el Madrid con el Bayern?

—Era lo más a lo que podíamos aspirar. Desde los 10 años mi hermano me llevaba de la mano, sobre todo en vacaciones, al vestuario del Bayern. Yo conocía a todos: Müller, Hoeness, Breitner, etc, y les llevaba las botas. Estuve en ese vestuario en las semifinales del 76. Tenía 11 o 12 años. Después del partido fuimos a cenar con Breitner, que ya estaba en el Madrid, mi hermano y los demás...

—¿Qué jugadores le impresionaban más de aquel vestuario?

—Bueno, en realidad había tres vestuarios, el A, el B y el C. En el A estaban Beckenbauer, Müller, Breitner, Hoeness... y en el C los nuevos, los jóvenes, como mi hermano.

—¿Había clases?

—Incluso en mi época.

—¿Llegó a jugar usted ante el Madrid?

—Claro. La semifinal de la 86-87. ¡No me podía creer lo que pasó en aquel partido! Ni yo ni nadie. Nunca habíamos visto a un jugador pisarle la cabeza a otro. Y Juanito lo hizo con Matthäus.

—¿Hablaron de eso en el vestuario...?

—La verdad es que no, hablamos de que fue una pena encajar un gol (fue un 4-1 en la ida) antes del final. Yo no pude jugar la vuelta. Tuve una intoxicación y lo vi desde el hospital. Recuerdo que a Augenthaler lo echaron y se fue haciendo los cuernos. Luego nos dijo que por el ambiente tan fuerte aquello parecía una plaza de toros. También recuerdo el partidazo de Pfaff. Paró mucho.

—¿Estuvo en los cuartos de la 87-88?

—Sí, íbamos ganando 3-0 y encajamos dos goles al final. ¿Estaba Buyo, no? Michel, Butragueño... Y Chendo, que era súper. Pero me hacía estar todo el día saltando para que no me cazara... Muy duro. Butragueño estaba en un momento muy especial entonces. Era un jugador distinto.

—¿A quién admiró más?

—¡A Di Stéfano, seguro! Mi padre tenía vídeos de él y nos los enseñaba a mí y a mi hermano. Aquella camiseta blanca... Eran como un ballet.

—¿Por qué decidió ir luego al Borussia?

—En aquel tiempo no era un rival directo. Me fui porque tenía un problema grande con Heynckes, el entrenador.

—¿Qué problema?

—No sólo era mío, sino de otros ocho jugadores. Todos nos fuimos y vinieron diez nuevos. Pero un año después fueron campeones. Habían salido Matthäus, Rummenigge, Pfaff, Breitner... El problema es que Heynckes sustituyó a Udo Lattek, que había sido el padre de aquellos jugadores. Llegó y quiso cambiar cosas... Todos cometimos fallos en aquella época.

—¿Qué Borussia se encontró?

—Era un equipo de mitad de la tabla. Yo iba al Hamburgo, entrenado por Félix Magath, pero no podían igualarme el sueldo. En aquel Borussia estaban Zorc, Andy (Andreas) Müller, Mill, que había jugado en el ‘Gladbach’ que ganó 5-1 al Madrid en una noche legendaria...

—Luego remontó el Madrid...

—En 1989 ganamos con el Dortmund la Copa y fue el inicio de la subida de la entidad. Tuvimos la suerte de que llegó Horst Köppel, el entrenador, y poco después regresaron jugadores de Italia como Koller, Sammer, Muller, Julio César... Todos vinieron de la Juve que nos ganó un año antes la final de la UEFA, en 1993 en mi último año. Era el único equipo alemán que había pasado de octavos en competición europea, y como los contratos de la tele se negociaban libre, ganamos tanto dinero que ahí empezó la subida del club.

—Hasta hoy...

—Le cuento una cosa: mi hijo pequeño es un enfermo del fútbol. Conoce a todos, todos los jugadores. Ahora se comenta que el ciclo de España ya ha acabado. Él dice que no, que ganan este Mundial seguro. Que son los únicos que le pueden ganar a los brasileños.

—Una duda. ¿Vio por televisión la expulsión de su hermano en un Trofeo Bernabéu y sus feos gestos al público?

—¡Estaría muy cabreado! (risas). Yo también he jugado ese torneo con el Bayern. Era especial. Veníamos de un partido internacional en Rusia. ¡100.000 espectadores! Iba ganando el Madrid 2-0 y acabamos 2-2. El Bayern jugó un segundo tiempo espectacular: pa-pa-pa... El público nos aplaudió al final. Es un público entendido... También jugué un Gamper ante el Barça de Schuster y Maradona. Fue en el 84. Mathhäus ni la olió. Schuster le dio un baile. Me acerqué a Schuster y le dije: “No he visto jugar a nadie en mi vida como tú lo has hecho hoy”. Y él se estiró y dijo: “Normal” (en un perfecto español). “Normal” (y lo repite con un acento de desgana).

—¿Vienen más pequeños ‘Rummenigges’?

—¡Mi hijo Marco! Ese era el mejor. Era de la Sub-20 y Sub-21 de Alemania. Pero tuvo una lesión importante de rodilla y no pudo recuperarse. Jugaba en la quinta de Reus y Götze. A ellos dos incluso los apartaron en edad de Juvenil porque no servían. Se fueron y luego los repescaron.