La National Football League es un lugar donde las sorpresas no dejan de llegar, pero si hay algo que parece escribir su propio guion cada vez que se cruza en el camino de Patrick Mahomes, es la presencia de un techo. El domingo, el quarterback de los Kansas City Chiefs será el protagonista de su quinta aparición en un Super Bowl, y como siempre, el destino y las estadísticas parecen ponerse de su lado. Sin embargo, hay algo peculiar en su relación con los estadios cubiertos: Mahomes nunca ha perdido un partido bajo techo de los 15 que ha disputado.

El Super Bowl LIX se llevará a cabo en el legendario Caesars Superdome, en New Orleans,. No es sólo otro partido para Mahomes. Es el escenario perfecto para un quarterback que ha hecho de los estadios techados su reino personal. Puede que el clima nunca haya sido un problema para él —ha demostrado que puede manejar lluvia, nieve o calor infernal—, pero cuando el techo está cerrado, la historia cambia. Y de alguna forma, Mahomes parece tener la capacidad de hacer que todo se vea más fácil, que todo fluya mejor.

Y entonces está el récord. 15 victorias y 0 derrotas en estadios con techo. Hablamos de más de 4,500 yardas lanzadas en 15 partidos, de 30 touchdowns y apenas cinco intercepciones. ¿Increíble? Lo es. ¿Sorprendente? Quizás, pero no olvidemos que estamos hablando de un futuro miembro del Salón de la Fama.

En esos 15 juegos, son 4,565 yardas con 30 touchdowns y solo cinco intercepciones.

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Eso es un promedio de 304,3 yardas y dos touchdowns por partido. Para poner esa cifra de yardas en perspectiva, el mejor pasador de la NFL en 2024 Joe Burrow ni siquiera promedió 290 yardas por partido, por lo que promediar más de 300 yardas por partido en un período de 15 partidos es increíblemente impresionante.

Hace un año, Mahomes brilló en el Super Bowl LVIII, que se jugó en el Allegiant Stadium de Las Vegas. La casa de los Raiders también es un domo. Mahomes completó 34 de 46 pases para 333 yardas, dos touchdowns y una intercepción mientras los Chiefs vencieron a los 49ers por 25-22 en tiempo extra.

“Nunca supe esa [estadística] hasta esta semana”, dijo Mahomes cuando se le preguntó sobre el récord en la semana previa al Super Bowl LIX en donde volverá a enfrentar a Eagles, una reedición del encuentro por el trofeo Vince Lombardi de hace dos años.

“No tengo idea”, dice Mahomes, con esa humildad que esconde a un campeón. “Supongo que las condiciones son perfectas. Es todo lo que necesitas: un buen campo, un clima controlado. Eso ayuda a que todo fluya, como si todo estuviera en su lugar”.

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Y si los estadios cubiertos fueran pocos, las temperaturas bajo cero no lo son. Mahomes ha demostrado a lo largo de su carrera que, cuando el termómetro baja, él sube. En condiciones de frío extremo, su récord es de 15-3. Aparentemente, en el frío, Mahomes no solo no se congela, sino que se convierte en la mejor versión de sí mismo.

Sin embargo, el Superdome no es precisamente un lugar frío. La temperatura perfecta para Mahomes sigue estando ahí, pero esta vez con un detalle adicional: la historia de lo que está por suceder. No es solo un Super Bowl más. Es una oportunidad más de que Mahomes deje una marca indeleble al convertirse en el primer quarterback en guiar a un equipo a un tricampeonato en la era del Super Bowl.

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