Dodgers, en crisis por callar ante redadas de ICE y discriminar a su base latina
Los Dodgers prometen acciones ante las redadas del ICE


Aunque suelen presumir su legado con Fernando Valenzuela y se envuelven con orgullo en la bandera de la diversidad, los Dodgers de Los Ángeles están viviendo una semana negra. Entre redadas migratorias, advertencias absurdas a cantantes y tratos discriminatorios en la puerta del estadio, el equipo campeón de la Serie Mundial 2024 parece haberse desconectado del alma que lo sostuvo cuando las gradas estaban medio vacías y las victorias eran escasas: la comunidad latina.
Durante días, mientras helicópteros sobrevolaban vecindarios latinos y agentes del ICE derribaban puertas al amanecer, los Dodgers se mantuvieron en silencio. Ni una declaración. Ni un gesto. Ni una palabra. Mientras tanto, franquicias como LAFC y Angel City FC, con menos historia, pero más sensibilidad social, salieron rápidamente a respaldar a quienes viven con miedo cada día.
Y el silencio dolió. Porque para los latinos de Los Ángeles, los Dodgers no son sólo un equipo. Son una extensión de casa. Una herencia cultural. Una tradición que viene de escuchar a Jaime Jarrín con la radio pegada a la oreja y de ver a Valenzuela retar a los poderosos desde la lomita. Ese mismo Fernando que falleció en octubre pasado, justo antes de que los Dodgers alzaran el trofeo. Su imagen está en murales, su recuerdo en cada abuelita que cruzó la frontera y encontró un respiro viendo beisbol.

Por eso, el dolor fue doble.
Las críticas arreciaron. Becky G lo dijo sin rodeos: “No se atrevan a darnos la espalda ahora”. La artista, quien ha encabezado campañas con el equipo, fue una de las primeras voces públicas en exigir una postura clara. Nezza, cantante e influencer, intentó entonar el himno nacional en español —una versión oficial desde 1945— pero fue reprendida por un empleado del club.
“No cantes en español”, le dijeron, como si eso fuera un delito. Como si eso no fuera parte del tejido de Los Ángeles.
La historia no terminó ahí.
Un aficionado denunció haber sido rechazado en la entrada por vestir un sarape. Un símbolo que en otras épocas habría sido celebrado como muestra de color local, de identidad.
Sólo Kiké Hernández, pelotero boricua, rompió filas. Publicó un mensaje claro, conmovedor, valiente: “No soporto ver cómo nuestra comunidad es violada, discriminada, abusada y destrozada”.
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Y Jaime Jarrín, la voz que durante medio siglo narró los juegos en español para generaciones de inmigrantes, recordó que la historia de Estados Unidos es, en su esencia, la historia de la inmigración. No es un eslogan. Es una verdad histórica.
Finalmente darán su postura
Tarde, pero finalmente, los Dodgers parecen haber entendido la magnitud del error. Según reportes de The Athletic, este jueves anunciarán un plan para ayudar a organizaciones de apoyo a inmigrantes afectados por las redadas. No se han dado detalles. El escepticismo es natural. El gesto puede ser valioso, pero llega después de un daño profundo.
El director de marketing del club, Lon Rosen, había dicho antes: “No haremos comentarios”. Dave Roberts, el manager del equipo, se limitó a decir que eran “hechos inquietantes” pero que no tenía información suficiente.
A lifelong Dodger fan said a security barred him from entering the stadium on Saturday because of his sarape scarf.https://t.co/Y819Xw6ZyF pic.twitter.com/tuSkthmTHS
— NBC Los Angeles (@NBCLA) June 17, 2025
No es sólo un problema de relaciones públicas. Es una cuestión de identidad. De coherencia. De compromiso con una ciudad donde más del 48 por ciento de la población se identifica como hispana o latina. No se puede presumir el legado de Valenzuela un día, y al siguiente guardar silencio mientras se persigue a sus herederos.
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