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La anécdota de Arguiñano que recuerda que viene de abajo: “Teníamos pupilos con derecho a cocina”

El cocinero vasco está orgulloso de sus orígenes humildes y cómo se ha hecho a sí mismo: “Para que sepáis que venimos de abajo, pero venimos con fuerza”.

La anécdota de Arguiñano que recuerda que viene de abajo: “Teníamos pupilos con derecho a cocina”

Karlos Arguiñano es uno de los cocineros más reconocidos de este país. Su buen hacer en los fogones se confirma con el imperio empresarial tan diversificado que ha montado gracias a ello. Pero, además, su fama como chef también se la ha dado la televisión, donde se ha ganado al público con platos exquisitos, sencillos y económicos que cocina con desparpajo y hablando con humor y naturalidad de cualquier tema.

Sin embargo, siempre que tiene ocasión, el chef recuerda que no empezó en lo más alto, sino que los suyos son unos orígenes humildes.  “Mi madre era inválida y tenía cuatro hijos. Casi no se tenía de pie. Yo, con 7-8 años, llegaba a casa y ya me tocaba ayudar: pelar patatas, poner la mesa, limpiar… Para mí era natural con 10-11 años cocinar”, explicó en la rueda de prensa de presentación de su último libro de recetas.

Sin embargo, cocinar no fue su primera opción, ya que se decantó por estudiar una formación profesional de chapista. “Ponía las puertas y techos a las locomotoras. Y una vez un conductor me preguntó quién ponía las puertas. Le dije que era yo y me contestó que se le abrían en las curvas”. Y ahí fue cuando decidió irse a Zarautz a hacer unos cursos de cocina con 18 años.

Faltaba el dinero

Además, tal como ha reconocido en su propio programa de televisión, en Antena 3, en su casa también iban muy justos de ingresos: “Yo me acuerdo de que cuando era niño, en mi casa teníamos pupilos con derecho a cocina. Eso mucha gente no sabe lo que es”.

“¿Cómo se vive en los pisos donde hay mucha gente? En mi casa, por lo visto, hacía falta… [hace el gesto del dinero con la mano], y una familia de Zamora vivía con nosotros cuando yo tenía, 5, 6, 7 años. Unos zamoranos con derecho a cocina. O sea, que en la misma casa vivíamos mi familia y la de los zamoranos. Todos con derecho a cocina es que todos cocinábamos en la misma cocina”, agregaba. Pero, como siempre, Karlos Arguiñano, cuando se pone serie, enseguida busca la forma de darle la vuelta y desdramatizar cualquier tema: “Para que sepáis que venimos de abajo, pero venimos con fuerza”, zanjaba.

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