SAN ISIDRO 2024
El requisito que se pide para ser un ‘gato’ de Madrid y por qué no todos los madrileños lo son
El apodo de los madrileños, a los que se conoce como ‘gatos’, cuenta con una de las historias más épicas y misteriosas en este aspecto. Detallamos lo que se debe saber.
Puede que haya quien no esté familiarizado con el término, sobre todo, si no se es oriundo de Madrid o no se reside allí, pero hay un apelativo con el que referirse a los madrileños que esconde una heroica historia que no es otro que ‘gatos’. Y no, no tiene nada que ver con la fisonomía del felino, aunque si con una de sus habilidades.
No existen crónicas de la época que otorguen verosimilitud al relato, pero sí leyendas que han trascendido hasta nuestros días sobre el por qué de ese calificativo. Para conocer su origen hay que remontarse a la Edad Media, en el periodo de la reconquista de Toledo, hacia el año 1085, cuando Madrid -entonces Mayrit- se encontraba bajo dominio árabe.
¿Cuál es el origen del término ‘gato’ para referirse a los madrileños?
Por aquel entonces, la ciudad se encontraba rodeada por una imponente muralla construida en tiempos de Muhammad I (año 852) y el rey Alfonso VI, apodado el Bravo, consideraba que, a pesar de la dificultad de superarla, Madrid era un punto de especial relevancia a nivel estratégico que bien merecía la pena recuperar.
Pero para ello, al llegar a la puerta de la Vega, uno de los tres accesos que tenía la muralla, un valiente tomó la iniciativa y comenzó a escalar la muralla ayudado por una daga que iba clavando en la piedra para ayudarse. Según cuenta la leyenda, lo hizo con tal rapidez y agilidad que quienes lo observaban al pie del escollo no hacían sino referirse a él como un gato. El soldado, una vez alcanzo lo alto de la muralla, permitió al resto de la tropa acceder a la ciudad y cambió la enseña mora por la cristiana.
A partir de ese momento, el intrépido y valeroso soldado fue considerado un héroe conocido como ‘Gato’. Con el tiempo, convirtió su apodo en apellido oficial de tal modo que sus descendientes, también fueron conocidos con ese apelativo, sinónimo de personas hábiles y valientes. Se da la circunstancia de que su hijo y nieto al parecer también fueron soldados relevantes lo que acabó suponiendo un requisito para que a un madrileño se le pudiera llamar gato.
El requisito fundamental para ser llamado ‘gato’
Desde que se generalizó el uso del apelativo asociado a los madrileños, solo aquellos cuyo padre y abuelo hayan nacido en Madrid, esto es, de tercera generación, son considerados ‘gatos’. Es más, los cuatro abuelos y los padres deben ser madrileños para que alguien atesore el apodo.
Tan heroica historia no deja de ser, como hemos comentado, una leyenda puesto que no hay registros ni documentación de la época que pueda certificarla. Tampoco ha trascendido quién fue aquel primer ‘gato’, pero la historia probablemente sea cierta, aunque algo edulcorada. En cualquier caso, no deja de ser una bonita historia que pretende realzar las cualidades de un gran pueblo: el madrileño.