El drama de Djokovic supera a un gran Davidovich
El serbio sobrevive al dolor, al público y al empuje del español, al que gana después de dos largos sets acabados con desempates. Se enfrentará a Varillas.
“Grand Slam sin drama (sonriendo), no creo que pueda ser para mí. Supongo que eso también me impulsa”, dijo Novak Djokovic el pasado miércoles, después de vencer al húngaro Marton Fucsovics. Este viernes lo demostró de nuevo ante Alejandro Davidovich. El serbio sobrevivió a los dolores que tuvo en el muslo izquierdo (el que se le lesionó en el Open de Australia), a la animadversión de un público que mayoritariamente apoyó a su rival y al gran partido que hizo el español, sobre todo en los dos primeros sets, que duraron dos horas y 53 minutos, y se resolvieron en sendos desempates. Al final, 7-6 (4), 7-6 (5) y 6-2 en 3h36, y clasificación de Djokovic para los octavos de Roland Garros por 14ª vez consecutiva, 21ª entre los cuatro Grand Slam. No falla desde que cayó en la segunda ronda del Open de Australia en 2017. Su rival, el domingo, será el peruano Juan Pablo Varillas, que sorprendió al polaco Hubert Hurkacz (3-6, 6-3, 7-6 (3), 4-6 y 6-2 en 3h51).
“Es un luchador asombroso, gran jugador, sin muchas debilidades en su juego, así que le felicito, gran partido”, afirmó el número tres del mundo sobre el malagueño. “Una victoria es una victoria, pero un poco más después de esos dos sets que duraron tres horas. Si hubiera perdido el segundo, podría haber jugado cinco. Pero hay que estar preparado, de esto van los Grand Slams, cinco sets, partidos en las superficies más lentas del deporte… Supone un gran esfuerzo, pero todos tenemos que creer en nosotros mismos y tratar de hacerlo lo mejor que podamos. Así que estoy orgulloso de mi actuación”, añadió.
Tenía motivos para estar contento, porque, pese a no hacer un grandísimo partido, sacó a relucir su inconmensurable capacidad competitiva para superar a un Davidovich que le había ganado el año pasado en Montecarlo y tenía un plan. Tácticamente, le estaba superando, con bolas altas para que el balcánico no pudiera ejecutar con comodidad su dictatorial revés. Pero es muy difícil ganar a Djokovic en un tie-break. Alex lo intentó y, quizá, mereció algún premio en forma de set, porque su planteamiento y la generosidad de su esfuerzo fueron encomiables. Le penalizaron sus 51 errores “no forzados”, entre comillas por la grandeza de su rival.
Espectáculo en todos los sentidos
Además, lidió con ese drama que trae Novak a la pista. Su celebración tras ganar la segunda manga, por ejemplo, fue desmesurada y poco respetuosa con su oponente. Literalmente, se volvió loco y le abuchearon. Además, pidió un tiempo muerte médico que tampoco vieron con buenos ojos los espectadores, aunque estaba en perfecto derecho de solicitarlo. Él respondió levantando el pulgar de su mano derecha y con gestos de asentimiento sarcástico. “A veces necesitas al fisio, otras tomar una medicación y en ocasiones, encomendarte a Dios para que te ayude”, dijo en una rueda de prensa en la que criticó a los que le reprendieron: “Eso es algo que encuentro irrespetuoso y, francamente, no lo entiendo. Pero pagaron la entrada. Pueden hacer lo que quieran”.
En cualquier caso, el partido fue magnífico en esos dos primeros parciales, con intercambios maravillosos, golpes geniales y un despliegue de movimientos en la pista tremendo por parte de los dos. Porque Djokovic, pese a esas molestias, demostró que está enorme en ese sentido, con su famoso flexibilidad a un porcentaje alto de rendimiento. La duda es si podrá mantener esa energía como hizo en Australia, en un torneo en el que los puntos a veces son eternos. “Mi cuerpo está respondiendo de manera diferente a como lo hacía hace unos años. Tengo que adaptarme a esta nueva realidad. Pero al final, logré terminar el partido. No tengo un final claro en mi cabeza, pero, mientras exista este impulso, siempre y cuando sea capaz de esforzarme a diario para tener metas y objetivos claros, y cosas que realmente me empujen a ponerme de pie todos los días, seguiré”. Veremos.