Djokovic se queda solo en la cima del tenis masculino
El serbio gana su 23º título de Grand Slam ante el noruego Ruud en Roland Garros, deshace el empate con Nadal y le quita el número uno a Alcaraz.
Novak Djokovic dio este domingo un paso de gigante, quién sabe si definitivo, para perdurar como el mejor jugador de la historia del tenis, por lo que a palmarés se refiere. El serbio no dejó escapar la ocasión y en la superficie en la que peor se desenvuelve, en el gran torneo que menos veces había ganado, Roland Garros, venció en la final por 7-6 (1), 6-3 y 7-5 en 3h13 a Casper Ruud para colocarse por primera vez por encima de Rafa Nadal en títulos de Grand Slam, con 23 (Roger Federer terminó su carrera con 20). Era cuestión de tiempo, por las circunstancias de uno y otro, y el serbio consumó el sorpasso donde más le duele al balear, en la Philippe Chatrier de París, donde el rey de la tierra, en el dique seco por su lesión en el psoas ilíaco izquierdo, ha ganado 14 campeonatos.
El premio para Djokovic es múltiple. Esta emblemática victoria, que deseaban vivir los 15.000 espectadores que llenaron el estadio parisino, le deja solo en la cima del tenis masculino, igualado en cuanto a majors con Serena Williams en la lista global, a uno del récord absoluto de Margaret Court. Es el primer hombre que gana al menos tres veces cada Slam (Serena, Court y Steffi Graf fueron las mujeres que lo consiguieron). Al ser el vencedor más mayor en la historia de Roland Garros, con 36 años y 20 días, le quita también ese honor a Nadal, que en 2022 alcanzó el éxito con 36 y 2. Y como guinda, recupera el número uno mundial, en detrimento de Carlos Alcaraz, y el liderato en la Carrera, la clasificación del año para las ATP Finals, relegando a Daniil Medvedev.
Ruud se queda de nuevo con la miel en los labios después de jugar por segunda vez la final en Francia y haber disputado el duelo por el trofeo en el US Open y en las mencionadas Finals, precisamente contra Djokovic, el curso pasado. Debió de ser duro para él aceptar que pese a jugar a un nivel altísimo, táctica y tenísticamente, se le escapara un primer set en el que tuvo un break de ventaja y un 0-30 con 5-4 a su favor para cerrarlo. Había salido a la pista con las ideas claras, como había avisado uno de sus entrenadores, el español Pere Clar, de la Rafa Nadal Academy, para incomodar a Novak con cambios de altura y de potencia en el golpeo, sin miedo al error, pegándole a gusto a la bola con la derecha y aguantando bien con el revés a uno de los mejores de la historia en ese aspecto. Incluso protagonizó el punto del torneo, con un willy (tiro por debajo de las piernas) y contradejadas al límite.
Sin embargo, la grandeza de su rival, que había estado fallón (tiró fuera dos remates) anuló sus opciones de éxito en un desempate jugado con maestría y sin errores no forzados (como en los otros cinco que había afrontado en el torneo) por el de Belgrado, que ha ganado el 65% de los dirimidos en su carrera.
Reacción de leyenda
Fueron 90 minutos de pugna, los mejores de un encuentro que después decayó, una final dentro de una final, tras la cual ambos tenistas fueron a refrescarse a los vestuarios. Volvió mejor el balcánico, que rompió el servicio de Ruud para colocarse con un 3-0 en la segunda manga. El de Oslo estaba tocado moralmente, Nole olió su sangre y se fue a por él como un depredador que no suelta a su presa. No dejó huecos por donde meterle mano. Hasta la conclusión, redujo los errores y aumentó los golpes ganadores. Así puso el 2-0 como una losa sobre el ánimo del bueno de Casper que, para colmo, perdió la consistencia. No le había ganado un set en cuatro partidos a Djokovic y eso también pesaba.
Ni siquiera los antecedentes en dos de sus siete finales en Roland Garros, que perdió tras ganar el primer set (contra Nadal en 2014 y ante Wawrinka en 2015), se entrometieron entre Novak y la gloria. Con 5-5 en el tercer parcial, asestó el zarpazo definitivo. Y bajó un mar de banderas de Serbia agitadas desde las gradas, el 94º título de su interminable carrera, con el que iguala a Ivan Lendl en el tercer lugar la tabla histórica masculina, tras Jimmy Connors (109) y Federer (103), cayó por pura inercia. La inercia inexorable de una leyenda.