Alcaraz todopoderoso abrasa a Tsitipas en Roland Garros
El español abrasa por quinta vez al griego y se mete en las semifinales de Grand Slam francés. Su rival, el viernes, el serbio Djokovic.
“Es el hombre a batir aquí”, dijo Novak Djokovic sobre Carlos Alcaraz, este martes después de vencer a Karen Khachanov en las semifinales de Roland Garros. El español aún no había jugado contra Stefanos Tsitsipas el otro cruce de cuartos de la jornada, por lo que el serbio no sabía que el número uno del mundo iba a abrasar sin piedad a Stefanos Tsitsipas (5º) en la sesión nocturna de la Philippe Chatrier: 6-2, 6-1 y 7-6 (5) en 2h12.
El viernes, con dos días de descanso, Alcaraz y Djokovic se enfrentarán por segunda vez (la otra fue en las semifinales del Mutua Madrid Open 2022 con victoria de Carlitos), en esta ocasión con la final de un Grand Slam y el liderato del ranking en juego. “Es el partido que todo el mundo quería ver. Quiero jugarlo, ganar a los mejores”. Suena fuerte, pero el murciano de 20 años parte como favorito. Lo es por una cuestión numérica (35-3 este año, 25-2 en tierra y cuatro títulos) y, sobre todo, por sensaciones. Su exhibición ante Tsitsipas, a quien ha ganado, con este, en sus cinco enfrentamientos, fue descomunal. Desarmó completamente a un rival hechizado por el influjo del tenis y de la personalidad del prodigio de El Palmar.
Horas antes del partido, Charly había atravesado por la sala de prensa del torneo parisino y saludado, mano en alto y con su habitual sonrisa, a los periodistas españoles. Sereno, volvía de calentar con su entrenador, Juan Carlos Ferrero, y el resto del equipo.
Más tarde, en la pista, se merendó al griego, desbordado desde el minuto uno. El duelo no tuvo más historia que la que escribió Alcaraz, que apuntó como clave creer en sí mismo “todo el rato, lo más importante para todo el mundo”. Desde luego, también hay que decirlo, se esperaba más de un jugador que ha disputado ya dos finales de Slam, la de Roland Garros 2021 y la del Open de Australia 2023, y que nunca había perdido en unos cuartos de final de un major (6-1 ahora). Pero la intensidad, el ritmo y la potencia de golpeo de su oponente no le dejaron ni pensar.
Desde el saque (79% de puntos con un 77% de primeros), hasta los winners (36 contra 21), pasando por el cuidado de la bola (20 errores no forzados), Charly dominó a placer, con un solo borrón, pequeño, nadaliano, podría decirse, al encajar un quiebre cuando sacaba para ganar, después de haber tenido dos match balls al resto. Tsitsipas parecía hablarle de “control” a su padre, Apostolos, porque no lo tenía, en absoluto. “Llegar a jugar con él tanto como sea posible, te dará más oportunidades de vencerlo. Yo las busco”, dijo el pasado domingo sobre su némesis. Tendrá que perseverar, desde luego, si quiere conseguirlo, y competir con un planteamiento táctico más acertado. También con mayor orgullo y ambición, la que mostró cuando ya tenía la batalla prácticamente perdida.
Facilidad
Así las cosas, el triunfo para Alcaraz (125º de su carrera) fue mucho más fácil de lo que, seguramente, él mismo esperaba, por muy confiado que pueda parecer en ocasiones. No digamos ya los espectadores, que animaban al heleno con el deseo de amortizar el precio de las entradas. Aunque ver de esta manera a Alcaraz todopoderoso, lo vale.