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TENIS | CINCINNATI

El tenis habla

El ‘coaching’ en pista, que permite a los entrenadores dan instrucciones a los tenistas y está a prueba desde julio en ATP y WTA, suscita opiniones encontradas.

Carlos Alcaraz conversa con Juan Carlos Ferrero durante un entrenamiento. Ahora pueden hacerlo, moderadamente, durante los partidos.
Tim Clayton - CorbisCorbis via Getty Images

“Trata de disfrutar un poquito”. Esa es una de las cosas que le dijo Juan Carlos Ferrero a Carlos Alcaraz durante el partido de octavos de Cincinnati, en el que el murciano ganó por 7-6 (4) y 6-1 a Cilic. El valenciano pudo aconsejar a su jugador gracias al coaching en pista, a prueba desde el 11 de julio en los torneos ATP (en los WTA se hace desde 2020 gracias a Serena Williams y a su berrinche en la final de 2018), que permite a los entrenadores darle instrucciones a los tenistas desde su lugar asignado en grada, con una serie de condiciones: no deben interrumpir el juego ni causar molestias al rival durante un punto; el coaching verbal solo se permite cuando el jugador y el técnico están en el mismo lado de la pista, el gestual, desde cualquier posición; y no se toleran conversaciones largas ni fuera de la cancha.

En el Cilic-Alcaraz, Ferrero no tuvo inconveniente en que colocaran un micrófono cerca de su posición para que durante la retransmisión televisiva se escuchara lo que le decía a su pupilo. “Rutinas, rutinas, vamos”, le espetó después de que Carlos cometiera tres dobles faltas consecutivas y perdiera su saque en el primer set. Y el hecho es que la arenga funcionó, porque no falló un primero desde el 5-5 hasta su último servicio en el desempate. También se oyó algún reproche durante ese tie-break: “Es especialista en problemas”. Detalles que regala la que puede ser nueva norma en el tenis, que no todos conocen aún en profundidad. De hecho, Nadal, en su reaparición el miércoles, con derrota ante Coric, le preguntó en qué consistía al juez de silla Mohamed Lahyani. “Se puede hablar, pero nada de conversaciones”, le dijo el francés.

Estrellas como el balear, Alcaraz o Medvedev admiten el coaching, aunque no lo compartan del todo. “Tal vez puede funcionar en un partido. Pero no veo cómo puede ayudar un entrenador o marcar la diferencia. Creo que si conozco al rival y entiendo el juego, no es necesario, aunque me parece bien”, argumenta el ruso. Otros, como Fritz, están en contra: “Es una regla tonta. Porque es un deporte individual. Es ridículo no ser bueno analíticamente, para resolver cosas y proponer estrategias, y que alguien te diga qué hacer. Lo odio”.

La picaresca

Y ya ha habido polémica por la picaresca, que siempre aparece. Schwartzman la denunció mientras se medía con Tsitsipas. “Dime alguien que quiera a su padre (Apostolos)”, le dijo al árbitro el argentino, molesto porque hablaban en inglés en lugar de en griego para distraerlo. Y es que nunca llueve a gusto de todos.