Alcaraz se queda sin ‘Sunshine Double’ y sin número uno
El español, con síntomas de fatiga, cae en tres sets ante el italiano Sinner, que había tenido 24 horas más de descanso y jugará la final contra Medvedev.
El Sinnaraz, nuevo Clásico del tenis mundial, no defraudó en absoluto este viernes. Y como ha ocurrido muchas veces en las grandes rivalidades del deporte de la raqueta, vivió un capítulo, el sexto, alternativo al anterior. En las semifinales de Indian Wells triunfó Carlos Alcaraz, en las de Miami, Jannik Sinner. El italiano de 21 años igualó el cara a cara (3-3) con el mayor triunfo de su carrera por ranking del contrario: un 6-7 (4), 6-4 y 6-2 en tres horas y un minuto de un duelo épico, para el recuerdo, que se decidió por pequeños detalles. Entre ellos, la fatiga. El aplazamiento al jueves del partido de cuartos que el español debía jugar el miércoles contra Taylor Fritz, hizo que Sinner dispusiera de un día más de descanso. La organización del torneo, además, forzó a Alcaraz a competir contra el estadounidense por la tarde. El preció televisivo de la gloria. Jannik disputará por segunda vez la final (perdió la de 2021 ante Hubert Hurkacz), contra Daniil Medvedev, el domingo (19:00, Deportes por Movistar+). El ruso se deshizo de su compatriota Karen Khachanov (7-6 (5), 3-6 y 6-3).
“Ve a por ello, ve a por ello, te animaré”, le dijo Carlitos con deportividad cuando se saludaron en la red, a pesar de que el murciano de 19 años se acababa de quedar sin la opción de conseguir el Sunshine Double (ganar en un mismo año Indian Wells y Miami) y sin el número uno, que pasa de nuevo a manos de Novak Djokovic, pese a la ausencia del serbio en la gira americana. El murciano defendía los 1.000 puntos obtenidos como campeón en 2022 y se queda ahora a 380 del vigente ganador del Open de Australia antes del inicio de la gira europea de tierra. En Montecarlo (9 al 16 de abril) tendrá opciones de recuperar el liderato, porque cayó el año pasado en la segunda ronda ante Korda, igual que Nole.
Volviendo al partido, el primer set fue una maravilla, un monumento al tenis ofensivo, con un ritmo endiablado, alternativas, golpes geniales, tensión y nervios. Compañeros como John Isner mostraban su asombro en las redes sociales (“Sí, el tenis está en buenas manos”, escribió el estadounidense junto a un vídeo del mejor intercambio del encuentro). Lo comenzó muy bien Sinner, a todo trapo, y puso un 4-1 que parecía llevarle en volandas hacia una ventaja importante, sobre todo cuando con 4-2 a su favor tuvo un 15-40 al resto. Lo salvó al Alcaraz, que sufría al no meter muchos primeros saques, y eso fue un punto de inflexión en el partido, porque a partir de ahí elevó su nivel hasta límites insoportables para su rival. Aunque este, al límite de sus fuerzas, aguantó el tipo y evitó que Carlitos se apuntara la manga con su saque para forzar el desempate. Ahí volvió a poner distancia (4-2) y la perdió de nuevo.
Duro golpe anímico y, sobre todo, físico. Ir a saco y ponerse tenso le afectó. Probablemente, Sinner lo sabía cuando se dejó el alma para empezar fuerte el segundo parcial. Así obtuvo quiebre inesperado por la dinámica en la que había entrado el encuentro. Con paciencia, Alcaraz espero su momento y se vino arriba mientras que su colega Jannik hacía estiramientos, quizá aquejado de calambres. Recuperó el sitio el español. En la grada, Luka Doncic, escolta medio español de los Dallas Mavericks, que juegan contra los Miami Heat este sábado en la NBA, disfrutaba del espectáculo. También su rival, Jimmy Butler. Sinner, resucitado, estuvo bravo y aguantó con orgullo. Hasta que un muy mal juego del prodigio de El Palmar, que había perdido chispa y cedió en blanco con su servicio, le dio la oportunidad a Jannik de colocarse con 5-4 y saque. No desaprovechó la ocasión.
Esfuerzo sin recompensa
Una pequeña tregua para cambiarse en los vestuarios precedió al inicio del tercer set, el definitivo. Lo empezó con déficit de energía Alcaraz. Ahora el acalambrado era él. Se le habían acabado los complementos vitamínicos y la bebida preparada en una noche húmeda tras dos horas y media de partido. Totalmente tieso, perdió su saque, pero fue capaz de salvar su siguiente servicio por puro talento. Su equipo le hizo llegar varias botellas (si banquillo parecía una bodega), bebió y recuperó, poco a poco, la movilidad. Necesitaba casi un milagro y no se rindió. Rozó el break con un 30-40 en el 4-2 y, como ocurre a veces, después encajó una segunda rotura que ya le dejó sin opciones. Pero que nadie se equivoque, si no tiene ningún contratiempo físico grave, hay Alcaraz al máximo nivel para muchos años.