Badosa sonríe con España
En su debut con la Selección, Paula certifica la victoria ante Kazajistán, que inició Nuria Párrizas. Gran Bretaña, último obstáculo hasta semifinales.
Un debut convertido en final. “Es un día importante. Es una eliminatoria difícil y vamos a pelear todos unidos”, arengaba Anabel Media, capitana española, antes de que Nuria Párrizas, 72ª del mundo, abriera la tarde de este miércoles frente a Yulia Putintseva (51ª). El triunfo de Kazajistán sobre Gran Bretaña el martes no permitía errores. Los cálculos eran sencillos: para optar a semifinales, sólo valía la victoria. Así son las finales de la Billie King Jean Cup. No dejan margen de error. La granadina lo entendía a la perfección al saltar sobre la pista del Emirates Arena de Glasgow (6-4, 2-6 y 7-6(5) en 2h:40). Paula Badosa, también (6-2, 3-6 y 6-4 en 2h:05 ante Elena Rybakina). En ambos casos, salida en tromba, incontestables, hasta toparse con dos muros. Antes de ceder, Putintseva, de origen ruso, como todas las integrantes de su combinado, superaba cinco bolas de partido. Rybakina, campeona este año en Wimbledon y 22ª en el ranking, salvaba dos. Nuria y Paula, tras perder el segundo set, tiraban de garra para cerrar. Tres puntos para España, que redondeó la noche en el dobles (6-4 y 6-2 con Badosa y Bolsova), y a un paso de semifinales, que se buscarán este jueves (17:00), con la primera posición del grupo C, persiguiendo una victoria ante Gran Bretaña.
Badosa, que todavía no había jugado con la Selección (el año pasado fue convocada, pero causó baja por lesión), tenía ganas de estrenarse. Tanto, que repitió en el dobles pese a que no estaba programada su presencia. “Me motiva dejar de jugar como Badosa y hacerlo para España”, decía en la previa. Una nueva piel, un cambio de chip para dejar atrás un final de temporada agrio, que le privó de disputar las WTA Finals. Lo necesitaba. En el primer set, se mostraba totalmente liberada. 33 minutos de viaje hacia su esencia, con una derecha poderosísima (cinco ganadores), impecable al saque (100% de puntos ganados con primeros y tres aces) y genialidades varias, como un passing maravilloso en el tercer juego. En la última manga, absorbía la esencia de la Selección, que también es suya.
“Es una gran jugadora (Rybakina), es una ganadora de Grand Slam y siempre que jugamos nos vamos a tres sets. Muy feliz de haber dado este punto a mi país. He estado muy nerviosa durante el partido de Nuria, creo que he perdido toda mi energía en él. Es mi primera vez, quiero a mi país, me gusta representar a mi gente”, declaraba Paula tras la victoria, con una sonrisa brillante. En el segundo parcial no pudo contener a Elena, implacable al saque (máximos de 194 km/h) desde sus 184 centímetros; en el último, se recuperó tras encajar un break en el tercer juego. Con un grito, reconquistaba el terreno perdido (3-3). Luego, puede que fruto de las indicaciones que Anabel le daba a través de su tableta, empezaba a reencontrarse al resto. Reveses cortados, bolas bajas cerca de la red y una confianza que, tras lo vivido las últimas semanas, volvía en el momento oportuno. Rotura en el juego definitivo. El rojo le sienta bien.
Párrizas se lleva un thriller
Paula superaba un muro impasible y Párrizas, uno imprevisible. Putintseva, que llegó a ser 27ª en el ranking, es una jugadora que desquicia hasta a los recogepelotas (quiere que siempre le pase las bolas el mismo). Incluso a ella misma. Gesticula constantemente y se queja cuando cualquier cosa no es totalmente de su agrado. En el primer set, con 4-0 y 0-40 en contra, tiraba la raqueta al suelo y, lejos de dejarla ahí, la pisoteaba. Terminaba siendo energía para llevarse la segunda manga. En el tercero, con 3-2 desfavorable, se golpeaba con fuerza en los muslos. Tras asegurarse el tie-break, le daba un puñetazo al suelo. Esta vez, a modo de celebración. Se somete a mucha presión y genera un clima tenso para las rivales. En este caso para una Párrizas que, también, tenía al público en contra. La afición kazaja, además de mayoritaria (sólo un español en las gradas, Jordi, llegado expresamente desde Barcelona con su bandera), era muy ruidosa.
Con su particular empeño, Nuria pudo con todo ello. Se llevó un primer set en el que pasó del 5-1 al 5-4 y terminó el trabajo en un tie-break final que sirvió como resumen del partido, una exposición de las virtudes y los defectos de ambas jugadoras. Párrizas, académica, muy peligrosa cuando podía entrar en pista, normalmente con el revés o para buscar derechas paralelas, cogía una renta importante (5-2); Putintseva, anárquica, sobrevivía a través de dejadas (muchas, muchas), bolas altas que son cara o cruz y un gran tren inferior que le permite cubrir con agilidad los ángulos. Con todo ello, se agarraba hasta el 6-5, el final de su resistencia ante una Nuria agresiva (10 ganadores por 7) y, en conjunto, superior al saque (62% de puntos ganados con primeros por 52%), al resto y en lo mental, siempre tan importante. “Martillo pilón”, le iba recordando Anabel desde su zona. Eso es la Selección.