La bandera de España: cinco Davis y dos oros olímpicos
Nadal, que fue el campeón de la Davis más joven con 18 años, tiene los títulos de 2004, 2008, 2009, 2011 y 2019. Oro individual en Pekín y en dobles en Río. Se quiere despedir a lo grande en Málaga.
“Tenía 17 años y le dijo a Feliciano: tú gana tu partido que yo después gano seguro”. Jordi Arrese recordaba años después esa frase para justificar por qué dio la alternativa a Rafa Nadal en Brno, República Checa, en la primera ronda del Grupo Mundial en 2004. El catalán era la cabeza visible del G3, el trío de capitanes de España, y decidió tirar de un chaval de 17 años en una competición que eleva y hunde a partes iguales. Ese chaval, del que Arrese ya había dicho a los 14 años que sería “número uno”, había sido el abanderando en el Sant Jordi en el 2000, cuando España logró por fin la primera Ensaladera con el passing inolvidable de Juan Carlos Ferrero. Una experiencia que le imbuyó en la magia de la Davis.
Ese Nadal siempre hipermotivado en la competición por países, acabó ganando cinco Ensaladeras (2004, 2008, 2009, 2011 y 2019). Y podría caer una sexta en las Finales de Málaga en noviembre, ¿por qué no? Rafa perdió en su debut frente a Jiri Novak. La idea era desgastarle. Y vaya si lo hizo porque le llevó a dos tie-breaks. También perdió el dobles con Tommy Robredo, pero Feliciano cazó a Berdych y el chaval a Stepanek. Era el inicio del camino al segundo título de un tenista que ha acabado con un récord de 29/1 en individuales y 8/4 en dobles a lo largo de 23 eliminatorias.
En la final de Sevilla del 2004 frente a Estados Unidos acabó enganchando a toda España. El G3 eligió a Nadal (51º del mundo y un solo título en Sopot) para el segundo punto ante Andy Roddick en vez de a Ferrero (que había bajado del 2º al 31º). “Lo fácil era poner a Ferrero y él respondió. Por carácter, se comía a todos aunque su tenis estuviera por debajo”, cuenta Arrese. Con 18 años y 107 días se convirtió en el campeón más joven de la historia de la Davis.
Así comenzó su leyenda. En el milagro de Mar del Plata 2008 no estuvo por lesión, pero la Federación Internacional considera campeón a todo el que participara en una fase previa. En 2009, la República Checa cayó por 5-0 en Barcelona. En 2011, Argentina por 3-1 en La Cartuja. Allí, Nadal, Ferrer, Feliciano y Verdasco anunciaron un “fin de ciclo y fin de fiesta” para priorizar sus carreras ATP. Pero el campeón de 22 grandes volvió al redil e incluso viajó a la India o Dinamarca para rescatar a España de la segunda división en la que cayó por la desafección de los mejores y los vaivenes federativos.
En la Davis de 2019, en La Caja Mágica y con el nuevo ‘formato Piqué’, el título se logró con 2-0 frente a Canadá y la emoción a flor de piel por Roberto Bautista, que enterró a su padre y volvió para jugar la final. El monstruo Nadal pasó 14 horas y 12 minutos en pista, participando en ocho de las once victorias de España (cinco individuales y tres dobles).
A Nadal siempre le ‘puso’ jugar por España. Y en los Juegos lo demostró. En Pekín 2008, se llevó el oro individual fulminando a Novak Djokovic en semifinales y a Fernando González en la final por 6-3, 7-6 (7/2) y 6-3. De allí voló al US Open coronado por primera vez como número uno.
Luego vendría la decepción de Londres 2012, donde se lesionó y no pudo jugar ni ejercer de abanderado. Sí lo hizo en Río 2016, feliz de encabezar a España. Llegó tras dos meses y medio parado por una lesión de muñeca, y afrontó una maratón que acabó con la derrota por el bronce ante Kei Nishikori. Pero con el oro en dobles junto a su gran amigo Marc López. Emoción pura. Tenía entre ceja y ceja París 2024, con los Juegos en Roland Garros, y se alistó al individual (Djokovic le machacó en segunda ronda) y al dobles junto a Alcaraz, dejando una foto para la historia. Pero cayeron a las puertas de jugar por las medallas. Queda la Davis. Esta sí, la última.
