Paula Badosa (Nueva York, 24 años) firmó un ascenso meteórico en 2021 para asentarse en la élite del tenis femenino como número ocho del mundo. Con el título en Indian Wells, considerado el 'quinto Grand Slam' culminó un año brillante por el que recibe en Premio AS.
En ocasiones, luchar por los sueños y metas de uno mismo parece una quimera. Pero con sacrificio y perseverancia el premio acaba llegando al final del camino, tras sortear los numerosos obstáculos de la vida. Uno de estos ejemplos de superación lo representa Paula Badosa Gibert (24 años), que este año explotó sus condiciones e incuestionable talento para instalarse en la élite del tenis. Es por ello, que la catalana nacida en Nueva York recibe el Premio AS del Deporte como una de las figuras más destacadas en lo referente al mundo de la raqueta, donde Paula completó un año de ensueño al finalizar octava del ranking WTA después de arrancar la temporada en el puesto 70º.
Pero para entender mejor la magnitud del año meteórico de la barcelonesa, hay que remontarse más atrás. Con 17 primaveras, Paula se proclamó campeona júnior de Roland Garros y atrajo el foco de atención de analistas, periódicos y seguidores del tenis, generando una olla a presión de expectativas a corto plazo que no se cumplieron. Aparecieron los miedos, la ansiedad y la depresión, lo que hizo tocar fondo a la española en un 2018 en el que, incluso, sobrevoló por su cabeza la opción de abandonar el tenis. "Lo pasé muy mal con las expectativas, porque no las cumplía. Nunca tuve un entorno que me ayudara. Se me caía el mundo encima. Pensé que no valía para este deporte", recordó Paula en rueda de prensa de Roland Garros en 2020, donde por primera vez alcanzó los octavos de final en un Gran Slam.
"Pensé que no valía para este deporte"
El tiempo pasaba y, ante la falta de buenos resultados, llegó la hora de hacer un reinicio mental, de poner el contador a cero. Paula renovó su equipo al completo, de entrenador a fisio, y empezó a alzar el vuelo gracias a un cambio radical en el aspecto mental, tan crucial para afrontar el deporte de élite y, especialmente, el tenis. "Mi tenis no apareció antes porque he tenido un cambio de mentalidad muy grande, de autoconfianza y buen trabajo de equipo. Creo que físicamente el progreso ha sido enorme. Tenía buenos golpes, pero no estaba preparada para llegar a las bolas lo bien que debía para luego pegarle bien. Eso suma mucho. Y tenísticamente jugaba bien, pero he mejorado muchas cosas como la derecha", explicó Badosa a AS el pasado junio antes de comenzar la gira de hierba.
Una vez superados los fantasmas del pasado, los amantes del tenis ansiaban por ver en pista la nueva versión de Paula Badosa desde principios de año, aunque nadie más que ella misma. Y a las primeras de cambio, nuevo revés. La barcelonesa viajó a Melbourne en el mismo vuelo en el que se dio un caso positivo de covid-19, por lo que pocos días después de empezar el período de aislamiento obligatorio para disputar el Open de Australia, ella también contrajo el coronavirus. Debido al malestar y la escasa preparación, Paula cayó en su debut ante una Liudmila Samsonova que procedía de la fase previa. Tocaba seguir remando...
Y vaya si lo hizo. Varias semanas después, Badosa reapareció en competición en el WTA 250 de Lyon, donde alcanzó sus primeras semifinales del curso. Un punto de partida al que dio continuidad con las penúltimas rondas en el 500 de Charleston (donde ganó por primera vez a la líder del ranking) y el Mutua Madrid Open (su mejor ronda en un WTA 1.000 hasta aquel momento), donde sólo Ashleigh Barty pudo con ella para redimir su derrota en Charleston.
Con la confianza obtenida en la capital de España, donde su actuación le permitió entrar por primera vez al top-50 de la clasificación mundial, Paula viajó a Belgrado como última parada en su preparación para Roland Garros. Y lo que empezó como una puesta a punto, terminó convirtiéndose en uno de los días más inolvidables en la carrera de todo tenista: el primer título. Para ello, Badosa también tuvo que apelar a la épica, ya que con apenas unas horas de diferencia jugó dos partidos el mismo día: ganó la semifinal por la mañana y la final por la tarde. "Un sueño hecho realidad", confesó la tenista del Real Club Tenis de Barcelona.
Pero lo mejor todavía estaba por llegar. Y es que la segunda mitad de temporada de la catalana fue sobresaliente. En Roland Garros sacó su tenis más contundente para romper una nueva barrera, la de llegar a cuartos de final de un Grand Slam. Ahí frenó su racha la eslovena Tamara Zidansek, que dio la sorpresa en un agónico tercer set (6-8). Las buenas sensaciones se trasladaron a los Juegos Olímpicos de Tokio, donde Paula desplegó su mejor versión para dar cuenta de toda una ganadora de major como Iga Swiatek. No obstante, la euforia se frenó en seco cuando todo apuntaba a algo grande, y es que sólo un golpe de calor por las duras condiciones climáticas de la capital japonesa pudo con Paula, lo que condujo a su retirada en cuartos de final frente a la checa Marketa Vondrousova.
"Garbiñe ha sido un espejo para mí, que me comparen con ella me emociona"
Tocó hacer borrón y cuenta nueva, vuelta al punto de partida, por lo que Badosa recuperó para la causa el pasado septiembre a Jorge García (quien la entrenó con 14 años) en sustitución de un Javier Martí con el que había trabajado durante el último año. De nuevo, a adaptarse a los cambios, a remar contracorriente pese a varias actuaciones discretas en escenarios como el Masters de Canadá y el US Open. Y fue entonces, cuando ocurrió... El recuerdo más brillante de la todavía prometedora carrera de Paula llegó en Indian Wells con su primer título de WTA 1.000, en un escenario emblemático como pocos que se conoce como el 'quinto Grand Slam'. Y de qué manera lo consiguió, derrotando a cuatro top-20 (Gauff, Krejcikova, Kerber y Jabeur) en su camino a la final para redondear el trabajo ante la veterana Victoria Azarenka de forma épica: 7-6(5), 2-6 y 7-6(2) en 3:03h de juego. "Estoy muy orgullosa de lo que he hecho. Estar entre las mejores del mundo es un sueño que se ha hecho realidad. Después del primer torneo en Abu Dabi mi entrenador me dijo que sería top-30 jugando así, y yo le dije que no, que como mucho cincuenta", dijo la barcelonesa después de alzar un trofeo que le sirvió para ingresar por por primera vez en su carrera al top-10.
El homenaje de fin de curso se lo dio Paula en Guadalajara (México), con su debut en unas WTA Finals donde quedó eliminada ante una imperial Garbiñe Muguruza, a la postre campeona, en semifinales. "Garbiñe siempre ha sido un espejo para mí. Siempre dije que me gustaría tener una carrera como la suya. Que me comparen con ella me emociona", explicó Badosa al término de ese histórico partido para el tenis español, además de centrar sus objetivos para un 2022 que afrontará plena de confianza con un balance de dos títulos, seis victorias ante top-10, cuartofinalista de un major y 8ª del ranking: "Espero estar en el top-ten y ojalá en el top-5. Tengo una espina clavada con Roland Garros que se me escapó este año por muy poco. Me gusta estar en pistas grandes y jugar contra las mejores. Voy a trabajar para estar ahí. Me he dado cuenta de que soy mucho más fuerte de lo que pensaba. Estoy en una posición del circuito que no me esperaba para nada". El futuro es suyo.