Alcaraz barre a Basilashvili y emula a Nadal por precocidad
Alcaraz (18 años y 29 días) es el más joven en llegar a la tercera ronda de un Grand Slam desde Nadal en el Open de Australia de 2004. Struff, su próximo rival.
Carlos Alcaraz comienza a hacer historia. El murciano ganó este jueves a Nikoloz Basilashvili en Roland Garros (6-4, 6-2 y 6-4 en 1h:56) y se convirtió, con 18 años y 29 días, en el jugador más joven que alcanza la tercera ronda de un Grand Slam desde Rafa Nadal en el Open de Australia de 2004. El balear tenía 17 años, siete meses y 19 días cuando se clasificó con victoria ante el francés Thierry Ascione (entrenador de Gasquet). Alcaraz es también el más joven en llegar a estas alturas del torneo galo desde el ruso Andrey Medvedev en 1992 (17 años y nueve meses). Ya había sido el más precoz en ganar un partido en el major de París desde Novak Djokovic en 2005 (el serbio acababa de cumplir 18). Se enfrentará el sábado al alemán Jan-Lennard Struff, que eliminó al argentino Bagnis (7-5, 7-6 (1) y 6-4).
Al margen de todos estos datos, lo que más llamó la atención de la victoria de Alcaraz fue su contundencia y autoridad, en tres sets ante un rival duro, el georgiano de 29 años y 31º del mundo, que no es especialista en tierra, pero sí un todoterreno peligroso, ganador de cinco títulos que fue capaz de vencer no hace demasiado a Roger Federer en Doha, donde salió campeón, sobre pista dura. Y ojo a los números del español: 27 golpes ganadores, 10 de ellos de saque directo, un 78% de puntos ganados con primeros servicios y un 50% con segundos. Así enfrentó seis bolas de quiebre y salvó cuatro. Él le rompió el saque a su oponente seis veces.
Con esa facilidad que tiene para generar potencia, Alcaraz controló el encuentro de principio a fin ante un Basilashvili sorprendido por el nivel de juego del muchacho, que encontró pocas veces la manera de desbordarlo. De hecho, rompió una raqueta y acabó mareado literalmente, no se sabe si por un golpe de calor, y fue atendido. Carlos se animó con rabia en los momentos delicados, y mostró su cada vez más fornido brazo derecho, que ahora se aprecia mejor en vivo gracias a la camiseta sin mangas que luce. Se lo pasó en grande, como el chaval que aún es. Aunque la tercera manga la culminó como un veterano, con un contrabreak y cierre con su saque. El público, unos 1.000 espectadors coreó su nombre. A ver quién le para ahora.