Tras su prematura eliminación en el China Open de Pekín, Garbiñe Muguruza ya sabe que por primera vez en los últimos cuatro años no jugará el Masters del 21 al 28 de octubre, porque ya no podrá ser una de las ocho o nueve primeras (depende de la hernia discal de la número uno, Halep) de la carrera a Singapur. Pero la temporada no ha acabado para la española, que lejos de tirar la toalla, intensificará todo lo posible su calendario de aquí a final de año con el objetivo de recuperar las buenas sensaciones y un ritmo de partidos que no ha podido tener por sus malos resultados desde Roland Garros. Su idea es jugar la semana que viene en Hong Kong, la siguiente en Moscú y disputar por último entre el 30 de octubre y el 4 de noviembre el Elite Trophy de Zhuhai, el Masters B al que acuden las jugadoras situadas entre el 9º y el 19º puesto de la mencionada carrera, más una invitación. 

Desde que llegará a las semifinales en París, Garbiñe no ha sido capaz de jugar más de tres partidos seguidos en ningún torneo, unas veces por sus errores y otras por la dificultad de sus rivales. El caso es que no es tan dominante desde el Grand Slam de tierra. Las molestias en el brazo derecho que le impidieron entrenarse y disputar la gira estadounidense antes del US Open ya están olvidadas, y Garbiñe se entrena duro para volver a ser la de antes. Mientras, apoya en causas solidarias como la ayuda de Unicef a Indonesia.

Muguruza tiene asegurada su presencia en Hong Kong y ha solicitado una invitación para Moscú, donde no estaba inscrita. A Zhuhai irá porque ahora mismo es 16ª en la race, pero virtualmente va 15ª toda vez que Serena Williams (12ª) ya ha anunciado que no competirá más en lo que queda de curso. Además, la posible baja de Halep en Singapur daría opciones de acudir a Zhuhai hasta a la 21ª. Garbiñe podría mejorar en el ranking porque no defiende puntos en el resto del año. Tiene posibilidades incluso de acabar la semana 11ª, cerca de volver a entrar en el top-10 y encarar la próxima temporada con algo más de optimismo. El asunto de la tensa relación con su entrenador, Sam Sumyk, al menos durante los partidos, merece un capítulo aparte.

Garbiñe Muguruza

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