NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

ME GUSTA EL FÚTBOL

Liga Femenina y mercado

El fútbol es el último ‘ocho mil’ a coronar por las mujeres que, felizmente, han ido escalando posiciones en el deporte de un tiempo acá

Liga Femenina y mercado

La Liga Profesional de Fútbol Femenino (Liga F) fue un legado póstumo de Irene Lozano, que la anunció al despedirse del CSD. Se acompañó para la ocasión de la vicepresidenta Carmen Calvo, también saliente. Se unía su deseo de dejar una impronta visible de su fugaz paso por el CSD, más allá de la ficticia Paz de Viana, con la más noble de dar un impulso decisivo al fútbol femenino como conquista de valor simbólico. Hace una generación el fútbol era, en España y en casi todas partes, un territorio exclusivamente macho. Felizmente de un tiempo acá las mujeres han ido escalando posiciones en todo y el fútbol podríamos considerarlo, en lo que se refiere al deporte, como el último ocho mil a coronar.

Pero por un lado está el propósito, por otro el mercado. Nuestro fútbol femenino aún no arrastra, pese a que Gol lo llevó no hace mucho a los hogares. Ya casi todos los grandes clubes tienen equipo y el Barça hasta ha ganado la Champions, pero más allá de grandes asistencias a coste cero o simbólico en días señalados, el seguimiento es todavía pequeño, como lo son los recursos que genera.

La existencia con carácter oficial de una Liga F lleva a equívocos. La estructura no la han puesto en marcha los clubes, que en su mayoría estaban conformes con vivir bajo la tutela de LaLiga masculina, sino el CSD adelantando 17 millones para los primeros tres años amén de una aportación de 16 el primero de ellos para instalaciones. Todo un esfuerzo del Estado si se tiene en cuenta que la asignación anual de deportes básicos como el atletismo o la natación no llega a 5 millones al año… y ellos también tienen mujeres. Pero el CSD tenía que honrar compromiso que dejaron sobre la mesa Carmen Calvo e Irene Lozano.

DAZN ofrecerá las transmisiones y pone 7 millones, que no está mal si se piensa que la Primera RFEF no llega ni a la mitad. Pero los derechos del fútbol masculino en España son de 1.900 millones, qué diferencia. Las taquillas son en la práctica inexistentes. Para este año se esperan 8 millones de un patrocinador que la huelga de árbitras puso en peligro, porque nadie quiere asociar su imagen a una riña. En definitiva, el ingreso real es de 7+8=15 millones, más algunas pizcas publicitarias que pellizcan los clubes. El total no llega a la mitad de lo que mueve. El resto es subsidio estatal o pérdida de los clubes implicados, que lo hacen por conciencia social y con la esperanza de que cuaje. En ese contexto hay que ver esa huelga de las árbitras, en realidad un rabotazo de Rubiales. Molesto porque la Liga F se fundó a extramuros de la Federación ha manejado con ánimo obstruccionista lo que tenía a mano: las árbitras. Al final se ha resuelto con 25.000 euros para la principal y 14.000 para las auxiliares, dietas y viajes aparte, más un fondo para el día de su retirada.

Felicidades a las beneficiadas, pero el sueldo mínimo de las futbolistas es de 16.000 euros. Algunas ganan más, pero en esa cantidad se mueve como la mitad de todas ellas, y de hecho el promedio está en 22.000. Así que las futbolistas ganan menos que las árbitras. Con ese referente encararán el próximo convenio y veremos qué pasa entonces. En la Liga F hay 16 clubes de los que 5 son independientes, es decir, no secciones de un gran club, y hacen equilibrios para pagar. Para los otros 11, la sección supone un déficit tanto más asumible cuanto más rico sea el club y tanto menos cuanto más se enrede la cosa. Así que me temo que la revancha de Rubiales va a crear una inflación de consecuencias imprevisibles. Esta es una Liga de tres velocidades, con los tres grandes por arriba, los cinco independientes por abajo y una clase media de 8. Caldo de cultivo ideal para una fragmentación. En un ámbito tan desequilibrado y sin una tradición que lo defienda, sí cabe la tentación de una Superliga Europea en la que Madrid, Barça y Atlético obtuvieran mejores ingresos dejando al resto al pairo.